Agustín Ignacio María Pascual Ugalde Iturriaga Amitesarobe, más conocido como Agustín Pascual Iturriaga –o únicamente Agustín Iturriaga–, nació en Hernani (Guipúzcoa) en 1778 y murió en la misma localidad el 30 de marzo de 1851. Comenzó sus estudios en la escuela de primeras letras en su pueblo natal y más tarde acudió al seminario de Andoáin. Asistió posteriormente a la Universidad de Oñate para cursar Filosofía y Teología, y es posible que siguiera estudiando en Pamplona. En 1804 fue ordenado sacerdote y en 1805 retornó a su pueblo, donde fue nombrado beneficiado del Cabildo Eclesiástico.
En 1818 abrió un colegio en Hernani, que al parecer tuvo un gran éxito, ya que asistía a él un gran número de niños de otros pueblos y barriadas de Guipúzcoa, e incluso de Navarra. El centro estuvo abierto al menos hasta 1823, pero tras el final del gobierno liberal constitucional –y con la restauración absolutista de Fernando VII en la Década Ominosa (1823-1833)– Iturriaga fue apartado de su cargo eclesiástico y se le prohibió continuar con el magisterio. A pesar de esto, siguió tratando de mejorar la educación, y se afanó en solucionar la situación de regresión de la lengua vasca. Así, por mandato de las Juntas Generales de Guipúzcoa de 1830, Iturriaga elaboró una Memoria sobre el decreto de las últimas Juntas Generales de Mondragón relativo a la conservación de la lengua bascongada, en la que defendía la inserción de este idioma en las aulas vascas. Iturriaga no solo se dedicó al desarrollo de este proyecto, sino que se ocupó además de la creación de materiales didácticos bilingües para llevarlo a la práctica.
En 1834, durante la Primera Guerra Carlista (1833-1840), tuvo que exiliarse en Arcangues (Labort) en el País Vasco francés, donde pasó siete años, hasta 1841. Durante ese tiempo se dedicó a la escritura, principalmente literaria, y parece que colaboró en la propaganda del movimiento Paz y Fueros impulsado por el escribano José Antonio Muñagorri (1794-1841), con el que mantenía una gran amistad.
Tras el periodo de exilio, volvió a Hernani e imprimió algunos de sus materiales. Iturriaga pretendía que fueran publicados en la conocida imprenta donostiarra de Baroja, pero únicamente se imprimieron en ella las Fábulas y otras composiciones en verso vascongado, dialecto guipuzcoano, con un diccionario vasco-castellano de las voces que son diferentes en los diversos dialectos (1842). El Arte de aprender a hablar la lengua castellana. Para el uso de las escuelas de primeras letras de Guipúzcoa (1841) y los Diálogos basco-castellanos. Para las escuelas de primeras letras de Guipúzcoa (1842) tuvieron que ser impresos a cargo del autor.
Parece que el Arte no logró el éxito esperado, ya que únicamente se conoce una edición de la obra. Los Diálogos basco-castellanos obtuvieron un mayor reconocimiento y fueron publicados de nuevo en varias ocasiones. Entre ellas, destaca la reedición llevada a cabo en 1857 en Londres, con el título Dialogues basques: guipuscoans, biscaïens, labourdins, souletins. Accompagnés de deux traductions, espagnole et française, para la que Louis Lucien Bonaparte (1813-1891) mandó adaptar los diálogos, escritos en el dialecto guipuzcoano del euskera, al resto de los dialectos literarios de la época –vizcaíno, labortano y suletino– y traducirlos también al francés. En cambio, las Fábulas sí que han gozado de una mayor presencia dentro de la historia de la literatura vasca. La obra, escrita en euskera, incluye varias fábulas de Samaniego (1745-1801), la primera y la tercera églogas de Virgilio, la letra de la marcha de San Ignacio y la del baile conocido como ezpata-dantza (‘baile de espadas’). Además, a partir de la página 187 se añade un diccionario bilingüe vasco-castellano. Las Fábulas se reeditaron en 1884 en la imprenta tolosana de Eusebio López, con el título Ipuyac eta beste moldaera batzuec Guipuzcoaco izqueran [Fábulas y otras composiciones en dialecto guipuzcoano] y nuevamente en varias ocasiones a lo largo del siglo XX.