Antonio del Corro nació en Sevilla en 1527, en el seno de una familia de origen cántabro, de San Vicente de la Barquera. Su padre fue jurista y pariente del inquisidor Antonio del Corro (1472-1556). Siendo joven entró en el monasterio de San Isidoro del Campo que los ermitaños jerónimos tenían en Santiponce (Sevilla), fundado por Guzmán el Bueno (1256-1309) y su mujer. En él circulaban y se traducían los libros prohibidos por la Inquisición, siendo uno de los más antiguos focos de los reformistas en España, por lo que sus ocupantes fueron perseguidos, algunos de los cuales resultaron ajusticiados, y otros doce, como nuestro Antonio del Corro, lograron huir en 1557. Marchó a Ginebra con Casiodoro de Reina (ca. 1520-1594) y Cipriano de Valera (1531 o 1532-post 1602), aquel autor de la primera traducción de la Biblia a nuestra lengua, la conocida como Biblia del oso (La Biblia, que es, los sacros libros del Viejo y Nuevo Testamento, Mattias Apiarius, Basilea, 1565), que todavía sigue imprimiéndose, tenida como la Biblia de los protestantes; al segundo de ellos se debe la versión corregida de esa traducción, conocida como Biblia del cántaro (Lorenzo Jacob, Ámsterdam, 1602). Al no dar con él sus perseguidores, lo quemaron en efigie en 1562. En Ginebra abrazó el calvinismo, y pronto (en 1558) se trasladó a Lausana para ampliar sus estudios en su seminario. En 1559 marchó a Nérac en Aquitania (Francia), donde había una corte calvinista con Juana III de Albret (1528- 1572), que sería reina de Navarra a partir de 1555 hasta su muerte, a cuyo hijo, el futuro Enrique IV de Francia (1553-1610) y III de Navarra (desde 1572), Enrique el Grande, primer Borbón, enseñó nuestra lengua. A Juana III se presentó con cartas de recomendación de Calvino (1509-1564), a quien había conocido en Ginebra. Más adelante estuvo en otras localidades francesas, llegando a ser capellán de una de las hijas de Luis XII (1462-1515, rey de Francia desde 1498), Renata de Francia (1510-1575), en el palacio de Montargis. Desde allí marchó a Amberes, donde se vio enredado en los problemas político-religiosos, por lo que en 1569 se fue a Londres, donde su situación no mejoró al seguir envuelto en las polémicas que le habían llevado hasta allí. Aunque fue absuelto de las acusaciones que pesaban sobre él, marchó a Alemania, para regresar nuevamente a Inglaterra al poco tiempo, donde permaneció el resto de sus días. Sus trabajos doctrinales y traducciones de textos religiosos le valieron una cátedra en Oxford en 1573, y ser canónigo dentro de la Iglesia anglicana, en la Christ Church, con lo que puso fin a su filiación calvinista que tantos problemas le dio a lo largo de su vida. Murió en Londres en 1591.
Antonio del Corro es autor de unas cuantas obras de carácter religioso, con las cuales buscaba la paz en los Países Bajos y la libertad religiosa, tan difícil de alcanzar en aquella época por cuestiones políticas. Ninguno de sus escritos fue impreso en España. A nosotros nos interesa por haber compuesto unas Reglas gramaticales para aprender la lengua española y francesa, redactadas durante su estancia en Nérac, en torno a 1560, aunque no sabemos el motivo por el que se demoró tanto tiempo su impresión, que llegó cuando ya residía en Inglaterra; tal vez fuera así porque el autor no tuviera en mucho aprecio este manual, que sería la guía para la enseñanza de la lengua, pues sus preocupaciones iban más dirigidas a la religión que a la lengua. Es el primer libro español impreso en Inglaterra. Probablemente él no deseaba imprimirlo, pero sus amigos le instaron a ello, como prueba de la capacidad del taller del impresor para hacerlo, como cuenta en la dedicatoria. Su nombre no figura en la portada del libro, aunque esa dedicatoria aparece firmada con sus iniciales A. D. C. Es de reseñar la presentación de las reglas gramaticales de las dos lenguas que hace, sin contar apenas con modelos en los que basarse, bien es cierto que, por lo general, se da mayor preponderancia a las reglas del español vinculando a ellas las del francés, aunque presentadas en paralelo. Tienen las Reglas varias partes, que se corresponden con la tradición gramatical. En la primera de ellas trata de la pronunciación de las letras, a la que siguen otras dedicadas a los nombres y, a los pronombres, a los verbos, y a las partes invariables (adverbios, preposiciones, interjecciones y conjunciones), para terminar con unas pocas páginas sobre la sintaxis del español y del francés.
Las Reglas gramaticales fueron traducidas al inglés por John Thorie (1568-¿?), en cuya versión puso un breve diccionario alfabético; es The Spanish Grammer (John Wolfe, Londres, 1590). Del Corro había entrado en relación con Thorie en su segunda estancia inglesa, y no cabe descartar que la iniciativa de la nueva versión fuera del propio Antonio, necesitado de un manual para la enseñanza del español a los ingleses, quienes, por otra parte, se interesaban en el aprendizaje del francés.