Vicente Salvá y Pérez nació en Valencia el diez de noviembre de 1786, en el seno de una familia de artesanos de la seda. Realizó sus estudios en el Colegio de las Escuelas Pías para, posteriormente, ingresar en la Universidad de Valencia donde concluiría los tres años preparatorios para la obtención de los títulos de Bachiller y Maestro en Artes. Con diecisiete años fue admitido en el claustro de la Universidad como miembro de la clase de opositores a cátedra. Tras dos intentos de oposición a cátedra en Madrid y Alcalá, respectivamente, Salvá abandona sus pretensiones académicas y regresa a Valencia debido a la invasión napoleónica. Truncada su carrera docente, contrae matrimonio con Josefa Mallén, hija del librero francés Diego Mallén y hermana de Pedro Juan Mallén, con quien se asocia Salvá después de su matrimonio.
Los acontecimientos que se desencadenan tras la invasión francesa impelen a Salvá a involucrarse en la vida pública del país, alineándose con los liberales de cuyo credo político participaba. Amigo de muchos afrancesados, tras la vuelta de Fernando VII y el restablecimiento del régimen absoluto, Salvá se ve forzado a dejar España y con el pretexto de adquirir fondos para su librería emprende un largo viaje por Francia e Italia que lo mantendrá fuera hasta finales de 1818. A su regreso tiene que afrontar un proceso inquisitorial donde se le acusa junto a Mallén, su cuñado y socio, de haber realizado dos ediciones del Contrato social de Rouseau. El triunfo de los liberales en 1820 zanjaría esta enojosa cuestión, abriéndose para Salvá una brillante etapa en el mundo de la política. Finalmente, la reacción absolutista daría al traste con los sueños de los liberales de una patria mejor, iniciándose un oscuro periodo de represalias y el exilio para los que se habían comprometido con la causa de la constitucionalidad. De este modo, primero estuvo refugiado en Gibraltar, hasta finales de 1824 para, posteriormente, embarcar con destino a Londres en compañía de su familia. La etapa londinense fue muy fructífera en el plano filológico, pues durante ella se gestó una de las obras más celebradas del autor: la Gramática de la lengua castellana que, a finales de 1829, tendría ya concluida. Sin embargo, en el comercio librero, las cosas no resultaron como Salvá había esperado; así determinó establecerse en París, donde las perspectivas de negocio con las antiguas colonias de España eran más que halagüeñas. Salvá ve cumplido su propósito y, a finales de julio de 1830, inaugura la Librería hispano-americana.
A pesar de los escollos, la Librería hispano-americana, gracias al trabajo y a los desvelos de su fundador, con el tiempo llegó a ser un floreciente negocio que proporcionaría a la familia Salvá una desahogada posición económica. Pero hasta llegar ese momento, hay una larga etapa de consolidación que se inicia justamente con la Gramática de la lengua castellana según ahora se habla, un texto fundamental para la historia de las ideas gramaticales del español, en el que destaca su marcada decantación sincrónico-descriptiva, que tiene como principio la observación del uso de los hablantes cultos; de ahí el extenso corpus de autores contemporáneos con que ejemplifica las reglas gramaticales. La Gramática será una de las primeras publicaciones que saldrían de la librería de Salvá en su nuevo enclave de París. El afianzamiento de sus relaciones comerciales con Hispanoamérica y el cambio de rumbo de la política francesa hacia los emigrados harán que Salvá se embarque en varios proyectos editoriales de envergadura y que, además de proseguir con las ediciones de su Gramática, se atreva con la publicación de importantes obras lexicográficas, como el Diccionario latino-español de Valbuena, obra que reportaría grandes beneficios a la empresa. Tras la primera edición de 1832, notablemente corregida y adicionada, la segunda (1834) aparecerá ya con el título de Nuevo Valbuena para hacer notar el carácter, en gran medida, original de la obra. En cuanto a su contribución a la lexicografía monolingüe castellana, se pueden distinguir dos etapas diferenciadas: la primera de ellas —y la menos original— estaría representada por las dos reimpresiones que realiza de la octava edición del Diccionario de la lengua castellana de la Real Academia (DRAE) de 1837; mientras que en la segunda, la labor de adicionador que Salvá lleva a cabo sobre la novena edición (1843) del DRAE es tal que, de hecho, se puede considerar como una obra distinta y, por tanto, original en buena medida. El autor no se limita en esta ocasión a enmendar las erratas del texto académico, sino que añade numerosos artículos propios, así como distintas acepciones que se suman a las ya contenidas en el Diccionario de la Academia, al paso que corrige erratas, ordena y clarifica las definiciones. Dado que el principal destino de sus diccionarios eran las nuevas repúblicas hispanoamericanas, Salvá introduciría en el Nuevo Diccionario un importante contingente de americanismos —más de 1500— extraídos de fuentes escritas y de diversas encuestas que él mismo realizó.
Por último, cabe mencionar el Nuevo diccionario francés-español/español-francés (1856), cuya primera edición aparece unos años después de haber fallecido Salvá. Del éxito de este diccionario hablan las numerosísimas ediciones y reimpresiones de que fue objeto, la última de las cuales lleva fecha de 1960.
A mediados de octubre de 1847, después de 25 años de dedicación a sus empresas editoriales en el extranjero, Vicente Salvá se instala definitivamente en su Valencia natal; pero el destino quiso que muriera lejos de su tierra, víctima de una epidemia de cólera, atendiendo sus negocios de París, el 5 de mayo de 1849.
1. Obras gramaticales
2. Obras lexicográficas
2.1. Diccionario latino-español
2.2. Nuevo diccionario francés-español y español-francés
Del Nuevo diccionario francés-español/español-francés (1856), por tratarse una obra cuya primera edición aparece ya fallecido Salvá, consignamos únicamente esta primera edición, obviando la relación de sus numerosas ediciones y reimpresiones, la última de las cuales lleva fecha de 1960:
2.3. Ediciones del Diccionario de la lengua castellana
Dolores Azorín Fernández