Francisco de Paula Mellado y Orejuela nació alrededor de 1810 en Granada. Existen pocos datos sobre sus primeros años de vida. Participó activamente en la vida social de Madrid, y en 1838 aparece como miembro del Liceo Artístico y Literario de Madrid. Empezó su labor editorial en la década de 1830, labrando un entramado empresarial hasta los inicios de la década de 1870. En 1845 fue nombrado miembro de la Junta calificadora de los objetos de la industria española para la Exposición Pública Española. Diez años más tarde es miembro de una comisión para la Exposición Universal de París. En 1849 alcanzó el puesto de secretario de Isabel II (1830-1904, reina entre 1833 y 1868). Fue cónsul en la ciudad de Buenos Aires, y en 1846 recibió la cruz supernumeraria de Carlos III. Falleció en Bayona en 1879.
Geógrafo, periodista, editor, director, traductor y escritor, Mellado comenzó su labor en los años treinta como traductor y escritor. La primera obra de la que tenemos datos es La tertulia de invierno, publicada en 1831 en la Librería de Sánchez. Entre las otras, en 1842, publicó Días fúnebres, imitación de las Noches lúgubres de Cadalso. Entre 1831 y 1833 tradujo las obras Recreo de damas, o Las noches en París, Clermont y Arte de fumar y tomar tabaco sin disgustar a las damas de P. J. Charrin.
Su nombre está ligado a dos obras con las que enriqueció el panorama enciclopedista y lexicográfico español: el Diccionario universal de historia y geografía (1846-1848) y la Enciclopedia moderna. Diccionario universal de literatura, ciencia, arte, agricultura, industria y comercio (1851-1855). Uno de los méritos de su primer diccionario, adaptación del Dictionnaire Universel d'Histoire et de Géographie de Marie Nicolas Bouillet (1842), fue la orientación nacionalista en una España donde solo circulaban diccionarios franceses que trataban de manera ligera la Península Ibérica. Cabe destacar que el Diccionario universal tuvo una edición mexicana (1853-1856) que mantuvo el afán nacionalista de Mellado adaptando los contenidos a las necesidades del país.
Su ambiciosa enciclopedia, uno de los primeros ejemplos de enciclopedias modernas españolas, en sus 37 volúmenes, ofrece la adaptación de la Enciclopédie moderne de Didot, que Mellado consideraba la mejor y la más moderna. Por el prólogo sabemos que el proyecto tuvo por un lado una finalidad patriótica, ofrecer al lector una obra que se ocupara verdaderamente de España colmando el vació de las obras extranjeras de este género, y por otro una finalidad social de destruir el monopolio del saber con un precio accesible. En la enciclopedia colaboraron nombres ilustres de la época como Juan Eugenio Hartzenbusch (1806-1880), Eugenio de Ochoa (1815-1872), Ventura de la Vega (1807-1865) y Antonio Flores (1818-1865).
Mario Salvatore Corveddu
Joaquín Pérez Comoto fue un jurista, erudito, traductor y poeta español del siglo XIX. Nuestro autor, novohispano de nacimiento, vio la luz en la Ciudad de México, en 1811, en el seno de una familia formada por un padre gaditano y una madre criolla veracruzana. El joven Joaquín, tras el asentamiento de su familia en España, cursó su formación en el Colegio Imperial de Madrid para, a mediados del decenio de 1830, licenciarse en Derecho por la Universidad de Alcalá. De ideas liberales, Pérez Comoto apoyó, tras la muerte de Fernando VII (1784-1833), a M.ª Cristina de Borbón-Dos Sicilias (1806-1878) como regente, y se posicionó con claridad en contra del pretendiente carlista al trono español, Carlos M.ª Isidro de Borbón (1788-1855). El novohispano desarrolló a lo largo de todo el reinado (1843-1868) de Isabel II (1830-1904) su labor como juez en diversas localidades de la geografía española. De manera paralela a su dedicación al ejercicio de la jurisprudencia, Pérez Comoto demostró desde su juventud un gran amor por las letras –en especial, por la poesía, donde versificó su añoranza por su patria chica, el valle de México– y por la lengua francesa, de la que llegó a ser un reputado traductor. Estas inquietudes lo llevaron a trabar amistad con alguno de los principales intelectuales del Madrid romántico e isabelino, como el granadino Francisco de Paula Mellado (ca. 1810-1876). Se desconoce con qué actitud acogió nuestro autor la Revolución de 1868 y los ensayos subsiguientes de diversas fórmulas de gobierno; Joaquín Pérez Comoto falleció en Alcalá de Henares, a los 72 años de edad, en 1883, cuando aún no había finalizado el Sexenio Democrático (1868-1874).
La labor intelectual del mexicano fue amplísima, tanto en la producción de obra propia como en la traducción de textos franceses. Su trabajo filológico se redujo a una colaboración con Francisco de Paula Mellado, Francisco Fernández Villabrille (1811-1864), Vicente Díez Canseco (¿primera mitad del siglo XIX?-¿1895?) y Casto de Iturralde (¿primera mitad del siglo XIX?-1875) en la redacción de los ocho tomos del Diccionario universal de historia y geografía, donde desarrolló su faceta de traductor.
Jaime Peña Arce
Francisco Fernández Villabrille fue un maestro y pedagogo español del siglo XIX. La vida de este autor, sobre todo en sus primeros años, es un completo enigma: no se conoce nada acerca de su lugar de nacimiento, la calidad de su familia ni sobre su formación académica. El primer dato esclarecido sobre su periplo biográfico fue el de su ingreso (1836), como profesor y con apenas 25 años, en el Real Colegio de Sordomudos de Madrid. Dos años después, en 1838, se integró a esa institución la sección de ciegos, en la que nuestro autor empezó a colaborar. Al alimón con Juan Manuel Ballesteros y Santamaría (1794-1869), director del Real Colegio, el pedagogo desarrolló una ingente tarea en la creación de manuales para la enseñanza de sordos y ciegos, obras pioneras en su momento y que, en la actualidad, siguen siendo una referencia. Además, dentro del Colegio de Sordomudos, fundó la Escuela Normal de Maestros de Sordomudos y Ciegos, destinada a la formación de docentes especializados, de la que fue profesor y director hasta su muerte. Francisco Fernández Villabrille falleció prematuramente en Madrid, con solo 53 años, en 1864.
Su labor pedagógica, además de muy meritoria, fue prolífica, y cristalizó en numerosos textos, tanto destinados a los alumnos sordo-ciegos como a la generalidad de los estudiantes. En 1845 llevó a las prensas una traducción de proverbios morales extraídos del francés; entre 1846 y 1850 colaboró con Francisco de Paula Mellado (1818-1876), Joaquín Pérez Comoto (1811-1883), Vicente Díez Canseco (¿primera mitad del siglo XIX?-¿1895?) y Casto de Iturralde (¿primera mitad del siglo XIX?-1875) en la redacción de los ocho tomos del Diccionario universal de historia y geografía. A finales de ese mismo decenio vio la luz el Vocabulario de los sordo-mudos, un manual especializado, dirigido a facilitar la adquisición –de forma gradual– de las capacidades de lectura y escritura por parte de ese sector del alumnado. En 1851 editó en solitario un nuevo diccionario –en este caso, sobre mímica y dactología–, habilidades tendentes a mejorar la comunicación de los sordomudos. Por último, su Abecedario general de los ciegos es más una obra de contenido tipográfico.
Jaime Peña Arce
Vicente Díez Canseco fue un periodista y político español del siglo XIX. La vida de este autor es un completo enigma, pues se desconoce prácticamente toda su biografía, desde su nacimiento hasta su muerte, incluidos los lugares y las fechas de su natalicio y de su óbito. Además, su biografía se ha cruzado en numerosas ocasiones con la de un médico leonés del mismo nombre, Vicente Díez Canseco (1813-1895). Ignoramos, igualmente, cualquier información relacionada con la calidad de la familia de nuestro autor, así como sobre su formación académica. Lo que sí está claro es que Díez Canseco desarrolló su labor como periodista, en Madrid, durante los decenios de 1830 y 1840, tanto como colaborador en diversas publicaciones periódicas como en la dirección de algunas de estas. También hay evidencias de que, a partir de 1850 abrazó la política, y trabajó al servicio del general Ramón M.ª de Narváez (1799-1868), como su secretario particular, durante el segundo gobierno del militar granadino; en 1857 Vicente fue elegido diputado (lo sería tres veces más) dentro de las listas moderadas para, acto seguido, ocupar un puesto en el Ministerio de la Gobernación, desde el que, en 1864, pasó al de Hacienda. Justo antes del estallido de la Revolución de 1868, que tuvo lugar en septiembre, en el mes de julio de ese mismo año, le fue concedida a nuestro autor la Gran Cruz de Isabel la Católica. Por su militancia en el Partido Moderado, Díez Canseco fue depurado durante el Sexenio Democrático (1868-1874); resentido, abrazó las tesis carlistas, ideario que abandonó tras la llegada a España de Alfonso XII (1857-1875). A partir de 1875 no se conserva ninguna noticia sobre Vicente Díez Canseco; los últimos años de su vida son un misterio, igual que la fecha y el lugar de su fallecimiento, aunque se postula el año de 1895.
El trabajo filológico de este autor es limitado, y se redujo a una colaboración con Francisco de Paula Mellado (1818-1876), Joaquín Pérez Comoto (1811-1883), Francisco Fernández Villabrille (1811-1864) y Casto de Iturralde (¿primera mitad del siglo XIX?-1875) en la redacción de los ocho tomos del Diccionario universal de historia y geografía.
Jaime Peña Arce
La vida de Casto J. de Iturralde García es un auténtico enigma. Desconocemos absolutamente todos los datos de su periplo biográfico, de hecho, solo se conoce que su muerte aconteció en Madrid en noviembre de 1875.
El trabajo filológico de este autor es limitado, y se redujo a una colaboración con Francisco de Paula Mellado (1818-1876), Joaquín Pérez Comoto (1811-1883), Francisco Fernández Villabrille (1811-1864) y Vicente Díez Canseco (¿primera mitad del siglo XIX?-¿1895?) en la redacción de los ocho tomos del Diccionario universal de historia y geografía.
Jaime Peña Arce