Agustín de la Rosa y Serrano fue un sacerdote, astrónomo, matemático y lingüista mexicano del siglo XIX. Nació en Guadalajara (Jalisco), en 1824, en el seno de una humilde familia mestiza. Muy joven, ingresó en el seminario conciliar de su ciudad, donde realizó su carrera eclesiástica y estudió Latín y Artes; en 1846 se licenció en Cánones y un año después se ordenó sacerdote; finalmente, en 1850, se doctoró en Teología. Nunca perteneció a ninguna orden religiosa, pues militó siempre dentro del clero secular de su diócesis. Durante su periodo formativo, en el que tuvo como maestro al afamado lingüista e indigenista Manuel de San Juan Crisóstomo Nájera, O. C. D. (1803-1853), sufrió los vaivenes políticos del México decimonónico: un hecho concreto, la invasión del país por el ejército estadounidense (1846-1848) lo marcó de por vida e inoculó en él un profundo sentimiento nacionalista. Terminada su formación, continuó ligado a la institución en la que se había formado, donde –antes de alcanzar el rectorado– ejerció su magisterio durante 52 años desde diversas cátedras: Filosofía, Teología, Latín, Griego y Nahua; es de destacar que el guadalajarense fue la primera persona en ostentar, desde 1859, una cátedra de lengua mexicana después de la emancipación del país en 1821. De la Rosa consagró su vida a la investigación en muy diversos campos y al periodismo, tribuna desde la cual ejerció como defensor de la población indígena y participó en diversas polémicas intelectuales del México de la época; simultáneamente, ocupó diversos cargos en la recién ascendida archidiócesis de Guadalajara. El general Porfirio Díaz (1830-1915), tras alcanzar la presidencia del país, le ofreció el puesto de catedrático de Nahua en la Escuela Nacional Preparatoria, el centro educativo preuniversitario más prestigioso de la República; Agustín de la Rosa lo rechazó. En 1907, con 83 años de edad, murió nuestro sacerdote en su ciudad natal.
La labor intelectual de Agustín de la Rosa fue prolífica. Dejados de lado sus relevantes trabajos sobre Astronomía y Matemáticas, el quehacer filológico de este autor se centró en la creación de manuales para sus estudiantes del seminario de Guadalajara. Dentro de este grupo destacan sus Lecciones de gramática, de 1889 –reeditado diez años después (Tip. Católica de A. Zavala, Guadalajara)–, texto compuesto por 22 capítulos dedicados al análisis de diferentes cuestiones morfológicas y sintácticas de la lengua mexicana, y Estudio de la filosofía y riqueza de la lengua mexicana, obra insertada dentro del auge que los estudios comparados vivieron durante la segunda mitad del siglo XIX, y muy influenciada por la ideología del carmelita descalzo Manuel Nájera. Las obras de Rosa apenas fueron manejadas durante el siglo XX; sin embargo, en el segundo decenio del siglo XXI han aparecido ediciones facsimilares de algunas de sus creaciones.
Jaime Peña Arce