Antonio Rotondo, hijo de José Rotondo, fue un dentista, escritor, pintor e historiador español nacido en Madrid. Su padre era un dentista muy prestigioso que servía en la Casa Real española. En una ocasión y debido a una enfermedad, no pudo acudir a una operación prevista y fue su hijo, quien, sin apenas conocimientos específicos consiguió completarla con mucho éxito por lo que el rey vigente en ese momento, Fernando VII, le prometió una formación en los mejores centros de Europa, así como una plaza oficial de dentista cuando terminara sus estudios. Fue nombrado cirujano-dentista en 1830 y desempeñó la labor durante seis años. Trece años después obtuvo otro empleo bajo el reinado de Isabel II hasta su jubilación en 1866. Además de su labor como dentista, Rotondo es conocido por su pasión por la escritura y las bellas artes, así como por ser director del periódico nacional El Madrileño. Además, formaba parte de varias sociedades científicas y literarias tanto de origen español como extranjeras.
Se casó con una pintora conocida española, Teresa Nicolau, y tuvieron dos hijos. Ambos viajaron y vivieron en países extranjeros durante años, lo que les hizo ser conocedores de varios idiomas y ahondar en la investigación sobre contenidos históricos. Como recompensa a su dedicación intelectual a lo largo de toda su vida, Antonio Rotondo fue distinguido como Caballero de la Real Orden de Carlos III.
Fue autor de numerosas obras de distinta tipología, el Tratado completo de la extracción de los dientes, muelas, raigones y modo de limpiar la dentadura (1846), la Descripción de la gran basílica del Escorial (1861), La oración de la tarde. Novela escrita sobre el célebre drama del mismo título de D. Luis Mariano de Larra (1863), Escenas del Dos de Mayo. Drama popular en dos actos (1875), las Lecciones de cirugía dentaria (1877), en las que reflejó los numerosos conocimientos que poseía sobre artes muy diversas.
Su presencia en la BVFE se debe a la publicación del Diccionario fraseológico español-francés y francés español publicado en 1841. El autor, catedrático de idioma francés, considera necesaria la creación de un repertorio de esta tipología para ayudar a los traductores a corregir sus errores morfológicos o sintácticos cuando tengan que enfrentarse a frases o proverbios.
Carmen Martín Cuadrado