Diego de San José, carmelita descalzo, nació como Diego Sobrino Morillas en Valladolid a mediados del s. XVI, no se sabe con certeza el año, pero seguramente en 1559. Fue educado por sus padres, en un ambiente religioso y cultivado (su madre, Cecilia de Morillas, era una escritora culta y humanista): su hermano mayor, Juan Sobrino (1545-1618), hijo del primer matrimonio de su padre, fue rector de la universidad vallisoletana, y obispo de Valladolid, y el resto de sus hermanos también profesaron, salvo uno, carmelitas y franciscanos. A los veinte años de edad entró al servicio del cardenal Rodrigo de Castro (1523-1600), arzobispo de Sevilla desde 1581, y a cuyo servicio había una pléyade de artistas y creadores, y estaba en contacto con la familia real. En este periodo sintió la llamada de Dios, y dejó al cardenal en 1594 para ingresar en la orden del Carmelo en Valladolid. El 1598 era Secretario del Padre Provincial, Tomás de Jesús, quien en 1599 fundó el convento del Desierto de San José de Batuecas, eligiendo a nuestro personaje como uno de los fundadores. Tomás de Jesús también fundó el convento del Desierto de Bolarque, al cual acudía fr. Diego en busca de soledad o para sanar de alguna enfermedad. Ambos influyeron en sus conocimientos sobre las plantas. San José fue nombrado prior del Convento de Segovia, volviendo muy pronto a su cargo de Secretario del Padre Provincial, y, más tarde, Secretario del Padre General y Definidor General durante dos trienios. Todo ello lo obligaba a viajar continuamente, aunque no manifestaba cansancio, y le permitía ir conociendo las plantas de lugares muy diversos. Falleció en el monasterio carmelita de Uclés (Cuenca) el 13 de junio de 1623.
Nuestro carmelita es bien conocido por ser el autor de una obra sobre la beatificación de Santa Teresa (Compendio de las solenes fiestas que en toda España se hicieron en la beatificación de N. M. S. Teresa de Iesús fundadora de la Reformación de Descalzos y Descalzas de N. S. del Carmen, viuda de Alonso Martín, Madrid, 1615). En la BVFE nos interesa por sus Facultades de las plantas, una farmacopea escrita para satisfacer la curiosidad y necesidades de sus compañeros eremitas del Desierto de Bolarque, y que ha permanecido inédita hasta nuestros días, conservada en dos manuscritos, no muy diferentes entre sí, el de la Real Academia de la Historia (Madrid), y el de la Biblioteca Nacional de España (Madrid). El original, perdido, se debió terminar de escribir en 1619. Su contenido se reparte a lo largo de dieciséis capítulos, por clases de plantas. Sus descripciones son fruto de la observación directa, por más que acudiera a libros especializados, en especial la versión francesa de la Historia general de las plantas (Histoire générale des plantes, contenant XVIII livres […], Héritiers de Guillaume Rouille, 2 t., Lyon, 1615) de Jacques Daléchamps (1513-1588). Consta de 346 voces que encabezan las descripciones de las plantas en cada uno de los capítulos, aunque en su interior hay muchas más denominaciones españolas, hasta llegar a las 424 formas diferentes, algunas novedosas, incluso únicas, en la historia de la lengua española. No es un tratado lexicográfico, pero está lleno de interés por el léxico científico que encontramos en su interior.
Manuel Alvar Ezquerra