Nicasio Demetrio Tangol Ulloa fue un maestro de escuela, escritor, folklorista, antropólogo y lexicógrafo aficionado chileno del siglo XX. Nuestro autor nació en la pequeña isla de Añihué, en el archipiélago de Chiloé; y en su isla natal, en el seno de una familia de maestros, pasó sus primeros años. Al iniciar los estudios primarios, la familia se trasladó a la ciudad de Ancud, capital de la provincia y situada en la mayor isla del archipiélago, donde Tangol cursó también la secundaria. Con 18 años, el chiloense se instaló en la capital del país, Santiago de Chile, en cuya universidad completó las carreras de Ingeniería y Pedagogía. En la capital chilena, y debido a su preocupación por la problemática social y la agitación que vivía el mundo occidental de entonces, entró en contacto con otros escritores que terminarían formando parte de la llamada Generación del 38, de signo progresista. Ya licenciado, Tangol regresó a su tierra natal e, influenciado por su realidad familiar, decidió consagrar su vida a la docencia, al estudio y a la dignificación de la cultura de los pueblos aborígenes de la Patagonia chilena. Nuestro autor dedicó el resto de su vida a labores humanísticas y eruditas, consiguió convertirse en uno de los intelectuales más respetados del país austral y –pese a su ideología, y gracias a la lejanía, física y espiritual, de los centros de poder– se mantuvo al margen de los vaivenes políticos del Chile contemporáneo: ni se significó durante el gobierno de Salvador Allende (1908-1973), ni durante el régimen del general Augusto Pinochet (1915-2006). Nicasio Tangol murió en 1981, con 75 años, en Santiago.
El trabajo filológico de Tangol se centró en la descripción del español chicote, denominación que recibe la variante de la lengua española hablada en el archipiélago de Chiloé, muy coloreada por las lenguas locales. Este estudio cristalizó en el Diccionario etimológico chilote, obra de unas 1500 entradas, compuesta a largo de 20 años. En este repertorio, tras el lema y la información gramatical alusiva, se inserta la definición de la voz y, siempre que sea posible, una propuesta etimológica; esa información puede remitir a la lengua española peninsular o a un chilenismo de esta, al mapuche o al quechua. La obra se completa con un estudio etimológico independiente de la toponimia local y con una disertación sobre la mitología isleña.
Jaime Peña Arce