Samuel Alexander Lafone y Quevedo fue un filólogo, humanista, indigenista, etnógrafo y arqueólogo, activo en Argentina durante la segunda mitad del siglo XIX y los dos primeros decenios del XX. Nació en Montevideo, en 1835, en el seno de una familia formada por un padre inglés, acaudalado industrial minero, y una madre criolla de ascendencia montañesa. Después de vivir durante su infancia en su ciudad natal, donde cursó los estudios primarios, su padre lo envío a Inglaterra –en concreto a Liverpool, su lugar de procedencia– en 1848, y allí permaneció por espacio de trece años, hasta completar el bachillerato en Humanidades en el Saint John’s College, dependiente de la Cambridge University. En 1859 regresó a América y se instaló en Catamarca (Argentina) para gestionar los negocios mineros de su padre. Asentado en Santa María, amplió las industrias familiares y se enriqueció notablemente; de forma paralela, comenzó a interesarse por las culturas prehispánicas de la zona. En este sentido, desarrolló tareas arqueológicas, etnográficas y filológicas pioneras y de gran valor, que lo llevaron a recorrer todo el noroeste argentino y Bolivia. En 1890, debido a un cambio de condiciones económicas, el montevideano hubo de vender todos sus negocios y propiedades catamarqueñas para instalarse en Buenos Aires. En la capital argentina retomó su carrera académica, que culminó con la obtención de un doctorado honoris causa. Desde 1906 se hizo cargo de la dirección del Museo de La Plata y fue decano de la facultad de Ciencias Naturales de su Universidad. Nuestro protagonista falleció en la urbe platense, en 1835 y con 85 años de edad, rodeado de un gran prestigio y reconocimiento.
El trabajo filológico de Lafone y Quevedo se centró en la descripción y en el estudio de los diferentes idiomas amerindios del noroeste argentino, a los que él denominó lenguas argentinas y lenguas de Bolivia. Tras recolectar y compilar diferentes fuentes manuscritas durante su estancia en la zona, las fue publicando desde 1890 y hasta su muerte, por encargo del Museo de La Plata y del Instituto Geográfico Argentino. Además, creo varios glosarios léxicos a partir de entrevistas con informantes indígenas y recogió nuevas informaciones en las bibliotecas del político y militar Bartolomé Mitre (1821-1906, presidente de Argentina entre 1862 y 1868), cuyas familias se conocían desde hacía años, y del intelectual Andrés Lamas (1817-1891) con el fin de crear una clasificación general, una especie de geografía histórica de esas lenguas. En una primera etapa, se dedicó a la publicación de ediciones críticas de algunos de esos manuscritos, entre las que destaca el Arte de la lengua toba, del jesuita conquense Alonso de Bárcena (1528-1597). A partir de esas obras se dedicó a la extracción, sistematización y organización de los datos lingüísticos que permitieran su comparación y clasificación. La mayor parte de estos trabajos vieron la luz en forma de artículos en publicaciones periódicas, en especial, en el Boletín del Instituto Geográfico Argentino y en la Revista del Museo de La Plata; otros lo hicieron en forma de volúmenes monográficos. La enorme dimensión del trabajo lingüístico de este autor, y la diferente tipología donde este cristalizó, hacen de la confección de una lista completa de su bibliografía una tarea difícil.
Jaime Peña Arce