Julio Saavedra fue profesor de francés y crítico literario. Nacido en Chile, se formó como profesor de francés en el Instituto Pedagógico. Tras un viaje de estudios por Europa, ocupó un puesto como profesor de enseñanza secundaria en el Internado Nacional Barros Arana en Chile y, más tarde, en la Universidad de Chile.
Saavedra Molina se interesó a lo largo de su vida por la poesía (especialmente por la de Rubén Darío y la de Gabriela Mistral, a quienes dedicó numerosos trabajos), por la educación de su país y por la lengua, temas a los que dedicó varios artículos en prensa (El Mercurio, Las últimas Noticias, La Mañana, Revista de la Asociación de Educación Nacional, Le Maître Phonétique, Revista Chilena de Historia y Geografía) y varias publicaciones independientes (Bibliografía de Rubén Darío, Gabriela Mistral, su vida y su obra, Los hexámetros castellanos y en particular los de Rubén Darío, Obras escogidas de Rubén Darío publicadas en Chile, El octosílabo castellano, Teatros: prosa desconocida de Rubén Darío, Tres grandes metros: el eneasílabo, el tredecasílabo y el endecasílabo).
Hombre culto y con gran formación, formó parte de la Asociación de Educación Nacional, en donde defendió la gratuidad de la educación, su carácter nacional y la remuneración de la carrera docente. Como profesor de francés, fue autor de varios manuales de gran éxito en Chile (Le Petit Français, Grammaire du Petit Français y Los verbos franceses) y relator de idiomas extranjeros en la Asamblea de Directores y Rectores de establecimientos de educación secundaria, en donde en 1929 presenta el trabajo “La metodología de los idiomas extranjeros y la teoría de Escuela Activa” en el que expone los resultados de su formación y experiencia como profesor de francés.
Participó, a comienzos del siglo XX y junto a autores como Rodolfo Lenz, en los debates sobre cómo debía enseñarse la lengua española en las escuelas chilenas, sobre el “casticismo academizante”, sobre cómo había evolucionado el español o sobre los rasgos característicos y diferenciadores del español de Chile (“Necesitamos también un Diccionario, no de chilenismos, sino chileno, es decir, un archivo democrático, como nuestra Constitución, en que las palabras blancas, morenas i mestizas, mezcladas sin distinción de castas ni de razas, encuentren igualdad ante la lei, derecho a todos los honores i abiertas las puertas del templo del arte i de las mas rejias mansiones”, 1907: 197).
M.ª Ángeles García Aranda