Vida
Fernando de Arce fue un latinista del Renacimiento español vinculado a la Universidad de Salamanca. Este autor ha sido identificado con Fernando de la Torre, profesor de Gramática latina en la academia charra y conocido con el sobrenombre de El maestro ciego, derivado de la falta de visión que lo acompañó durante los últimos años de su vida. Por estos motivos, la investigación postula que el nombre completo de nuestro latinista fue Fernando Arce de la Torre o Fernando de la Torre Arce.
Sea como fuere, los datos biográficos de Arce son bastante escuetos. Se sabe que vio la luz en la localidad zamorana de Benavente a comienzos del siglo XVI. Nada se conoce sobre la calidad de su familia o sobre cómo aprendió las primeras letras. No obstante, sí hay constancia de su notable erudición —manifestada ya desde su temprana juventud—, que lo llevó a ejercer como profesor de Latín en su ciudad natal. Se cree que antes de 1530 había abandonado Benavente para instalarse en Salamanca, al claustro de cuya universidad perteneció hasta su óbito. En la ciudad del Tormes, dedicado a diversas actividades intelectuales pese a su mermada salud, pasó el resto de su vida. No se sabe con certeza cuándo murió, aunque la investigación sostiene que fue antes de 1553, fecha de la muerte de Hernán Núñez (¿entre 1470 y 1475-1553). Se defiende que su deceso se produjo antes de esa fecha porque, en un planto dedicado al Pinciano, se afirma que el alma del benaventano formaba parte de su cortejo fúnebre.
El trabajo intelectual de Fernando de Arce no fue exclusivamente filológico, aunque sí fue este el más importante. En esta línea pueden destacarse títulos como Adagiorum ex uernacula, id est Hispana lingua, Latino sermone redditorum quinquagenae quinque, addita ad initium cuiuslibet quinquagenae fabella, un compendio de refranes españoles explicados y contextualizados profusamente en lengua latina. Para este trabajo se basó en los Adagia de Erasmo de Róterdam (1466-1536), aunque ocultó el nombre del erudito holandés por la presión inquisitorial de la época. También deben mencionarse sus Breues ac perinde utiles grammaticae disciplinae institutiones, un manual de enseñanza de la lengua latina en cuatro libros —producto de sus muchos años de docencia— que intentó superar las imperfecciones de las Introductiones de Nebrija (1441 o 1444-1522). No obstante, la investigación señala que no consiguió tal objetivo, pues reprodujo muchas de las deficiencias que el sevillano había incluido en su obra.
Míriam González Santolalla