Santiago Alonso Garrote fue un periodista, dramaturgo, hombre de letras y filólogo aficionado español. Nació en el seno de una acomodada familia de Astorga (León); de hecho, tanto entre sus ascendientes como entre sus descendientes, se cuentan numerosos alcaldes de la capital maragata. Aprendió las primeras letras en su ciudad natal y cursó la enseñanza secundaria en el Seminario Conciliar de Astorga. Se desconoce si siguió estudios universitarios. Su inclinación literaria lo llevó a colaborar en numerosas publicaciones locales –en 1885 fundó el semanario El Maragato, de efímera vida–, y su amor por su tierra a luchar por el crecimiento y la prosperidad de su comarca. Trabajó como gestor y técnico, jefe de vía y obra, en la Compañía de Ferrocarriles de Madrid a Cáceres y Portugal (1880-1927), empresa que se encargaba de la gestión ferroviaria en todo el oeste de España –también era propietaria de la línea Astorga-Malpartida de Plasencia– antes de la nacionalización del sector; desde su puesto, luchó por la vertebración de las provincias españolas más occidentales por medio de la construcción de una línea férrea paralela a la antigua Vía de la Plata. Murió en su localidad natal a finales del verano de 1927 habiendo recibido un gran reconocimiento público por su dedicación a la defensa de los intereses de su ciudad y de sus vecinos.
Marcado por el impulso que supuso para el estudio del romance leonés la obra de Ramón Menéndez Pidal (1869-1968), El dialecto leonés (Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, Madrid, 1906), nuestro autor se propuso revisar y estudiar la lengua popular de La Maragatería. La obra consta de diversos apartados: reflexiones fonéticas, notas gramaticales, vocabulario y unos fragmentos de textos dialectales. La investigación fue editada por primera vez en 1909 con prólogo del senador astorgano Pío Gullón Iglesias (1835-1917); posteriormente fue corregida y aumentada en 1947 (se añadieron más de 900 entradas al vocabulario) por el Departamento de Dialectología y Tradiciones Populares del CSIC y en 2011 se realizó una edición facsimilar del texto de 1909. Desde los comienzos, la obra tuvo una cálida acogida: de hecho, el Ministerio de Instrucción Pública adquirió 120 ejemplares para distribuirlos por diferentes bibliotecas españolas.