Alonso de Bárcena –también conocido como Alonso de Barzana– fue un religioso, misionero, gramático y lexicógrafo español nacido en Belinchón (Cuenca), localidad en la que realizó los primeros estudios. Con 18 años se trasladó a Baeza (Jaén), en cuya universidad obtuvo los grados de maestro en Artes y bachiller en Teología, bajo la tutela de Juan de Ávila (1500-1569); tras terminarlos, se dedicó diez años a la predicación por la Alta Andalucía antes de entrar en la Compañía de Jesús (1565). Casi recién ordenado, fue destinado por Francisco de Borja (1510-1572) a las misiones peruanas –y según las crónicas, empezó a estudiar la lengua quechua durante la travesía–. Arribó a las Indias (1569), instalándose en el Virreinato del Perú, y comenzó su predicación en las misiones situadas en torno a Lima, al tiempo que completaba sus estudios de lengua quechua; solo seis años después, estaba familiarizado también con la lengua aimara. En 1572 fue trasladado a Cuzco y, entre sus méritos de este periodo, destaca la conversión de Tupac Amaru I (1545-1572), el último dirigente de los incas, antes de su ejecución (la veracidad de la conversión de este último es discutida por parte de la investigación). Durante los 25 años siguientes (1572-1598), y tras descartar su paso a China para perseverar en sus labores apostólicas, realizó continuos viajes evangelizadores por muchos territorios de esta parte de la jurisdicción hispana: recorrió la región del lago Titicaca, el corazón de la actual Bolivia, la gobernación de Tucumán (hoy, noroeste de Argentina) y el Gran Chaco (Bolivia-Paraguay-norte de Argentina); durante estos viajes entró en contacto con multitud de pueblos indígenas, de los que estudió su lengua y sus costumbres. En 1583 fue nombrado por la Audiencia de Charcas catedrático y examinador diocesano de quechua, aimara y puquina (lengua hablada en partes de la actual Bolivia). En 1597, ya muy enfermo, fue enviado a Lima; sin embargo, la muerte lo sorprendió de paso por Cuzco el 31 de diciembre de 1597 (por este hecho no es extraño encontrar la fecha de 1598 como año de su deceso). Es destacable que la investigación maneja datos contradictorios al hablar de la vida de este autor: parte de ella lo considera andaluz de nacimiento y sostiene que pasó una temporada (en torno a 1569) formándose en París; todos estos datos han sido refutados.
Es considerado uno de los mejores modelos de misionero, filólogo y antropólogo de la historia de la evangelización española en América y se le acredita haber tenido un profundo conocimiento de once lenguas amerindias (quechua, aimara, dialectos del guaraní, puquina…) y haber escrito gramáticas, vocabularios y catecismos de algunas de ellas, en su mayoría, aún inéditos. Solo llevó a las prensas uno de sus textos, el Arte y vocabulario en la lengua general del Perú llamada quichua, y en la lengua española, texto que fue publicado también en la Península a comienzos del siglo XVII bajo el título de Grammática y vocabolario en la lengua general del Perú llamada quichua, y en la lengua española; unos años después (1614), y con su título original, la obra fue reimpresa en Perú (Francisco del Canto, Lima); estas tres ediciones aparecieron en el mercado sin el nombre de su autor (se desconoce el motivo), hecho que ha motivado muchos problemas de atribución. A finales del siglo XIX, se editó su Arte de la lengua toba, lengua hablada aún hoy –en porcentajes testimoniales– en las provincias argentinas de Misiones y Chaco. También se le atribuye una gran gramática plurilingüe, Lexica et praecepta grammatica, item liber confessionis et precum in quinque indorum linguis, que debió terminar de componer hacia 1590, obra hoy perdida.
Jaime Peña Arce