Ciro Bayo Segurola fue un viajero, aventurero, lexicógrafo aficionado, historiador de la literatura y escritor español, activo durante finales del siglo XIX y el primer tercio del siglo XX. La mayor parte de los datos biográficos conservados sobre este autor –que muestran a un personaje rebelde, heterodoxo, contradictorio, excéntrico, ácrata, solitario y bohemio– proceden de la autobiografía que él mismo envió al diccionario Espasa, texto al que adjuntó una fotografía falsa, hecho que permite –cuanto menos– poner en cuarentena las informaciones aportadas. La azarosa vida de Bayo Segurola –el apellido Segurola es el materno, no proviene, como señalan algunas fuentes, de ninguno de sus padrastros– vino marcada por sus vivencias infantiles: su condición de hijo natural (parece que su padre fue Adolfo Bayo y Bayo (1831-1907), un influyente industrial y banquero, que llegó a ser senador en 1884), la desestructuración de su familia (su madre, debido a varios matrimonios, vivió entre Madrid, Barcelona y Valencia) y su propio carácter. Tras nacer en Madrid, Ciro Bayo aprendió las primeras letras en las escuelas pías de Mataró (Barcelona) y –según su propia versión–, en torno a 1875, tras romper con su familia y llevado por un impulso romántico, se alistó en las filas carlistas y participó en el asedio de Cantavieja (Teruel) a las órdenes del infante Alfonso Carlos de Borbón y Austria-Este (1849-1936), junto con más voluntarios catalanes. Tras la victoria de Martínez-Campos (1831-1900) y el fin de la Tercera Guerra Carlista, Bayo y sus compañeros pudieron ser encarcelados en Mahón (Menorca). Este episodio, alusivo a su colaboración con las filas carlistas, parece una invención del propio autor; lo más probable es que, a partir de 1875, ingresara en la Universidad de Barcelona, donde –tras un lapso marcado por la muerte de su madre y un viaje a La Habana en una compañía de cómicos– culminaría sus estudios de Derecho (aunque no es seguro que llegara a licenciarse; de hecho, otras fuentes señalan que pudo haber abandonado previamente la carrera de Medicina). En 1884 Bayo aparece instalado en Madrid, aunque por poco tiempo, pues comienza a realizar largos viajes por Europa, donde se familiariza con el inglés y el francés, antes de dar el salto a Sudamérica en 1889 (o quizá antes, hay trabajos que lo radican en el Cono Sur ya en 1888). Sea como fuere, en torno a esos años, se asienta en una pequeña localidad de la Pampa argentina, Bragado (provincia de Buenos Aires, a 200 kilómetros al suroeste de la capital), donde ocupará un puesto de maestro de escuela. Tras cuatro años, y según su propia versión, intentó llegar a caballo a la Exposición Universal de Chicago (1893), sin embargo se detuvo en Bolivia, país que recorrió durante ocho años, asentándose por cuatro años en Sucre –ciudad en la que tuvo una estancia muy activa: dirigió revistas culturales, fundó un colegio y se familiarizó con rudimentos del quechua– y otros cuatro en el septentrional departamento de El Beni, donde entró en contacto con la lengua moja. En 1900 volvió a España, primero –por dos años– a Barcelona, y desde 1902 hasta su muerte, residió en Madrid. Dedicó los últimos 39 años de su vida a escribir, investigar y seguir viajando. Trabó una relación muy estrecha con los hermanos Baroja, Pío (1872-1956) y Ricardo (1871-1953), una excepción pues –debido al tipo de literatura que cultivaba Bayo, de tipo costumbrista y romántico– fue dado de lado por la gran mayoría de escritores contemporáneos, ya claramente noventayochistas. En 1927, en pésima situación económica, nuestro autor ingresó en una residencia de ancianos amparada por la Asociación de Escritores y Artistas Españoles: parece que los primeros nueve años (hasta 1936) vivió en esa institución de forma bastante digna, sin embargo, las condiciones del centro se tornaron en lamentables durante la Guerra Civil (1936-1939), lo que le ocasionó una muerte abyecta en un pasillo del Hospital Provincial de Madrid en 1939. La crítica sostiene que Valle-Inclán (1866-1936) se inspiró en la ideología neocolonial sublimada de Ciro Bayo para ambientar su obra Tirano Banderas; igualmente el gallego incluyó a nuestro autor en el reparto de Luces de Bohemia, bajo el nombre de «Peregrino Gay».
Ciro Bayo Segurola trabajó temas de Historia y Literatura sudamericana, tanto de época virreinal como del siglo XIX. Su labor filológica fue fundamentalmente lexicográfica y basada en su experiencia vital en Argentina y Bolivia. Bayo comenzó este camino con un extenso artículo en la Revue Hispanique en 1906, ese texto –ampliado– fue llevado a las prensas madrileñas en 1910 bajo el título de Vocabulario criollo-español sud-americano. Con este Vocabulario Bayo no se propuso enriquecer el acervo general de los hispanohablantes, sino «traducir al español el castellano de la América española»; pues, en opinión del madrileño, la situación de la lengua de Cervantes en el continente americano era equivalente a la que sufrió el latín del Lacio en la Hispania romana. Este texto recoge indigenismos, barbarismos propios de esas latitudes, galicismos aclimatados en América, acepciones propias de palabras castellanas –coger, concha…–, términos de flora y fauna locales y vocablos alusivos a realidades americanas. Un 50% del léxico incluido es propio de Bolivia (no en vano, este texto es considerado la obra seminal de la lexicografía del español de Bolivia), las entradas argentinas representan un 19% y las comunes a toda Sudamérica, un 10%. Esta obra, tan importante para la filología boliviana, fue reeditada por la Academia Boliviana de la Lengua con un estudio del filólogo Carlos Coello Vila (1939-2014). En 1931 Bayo publicó un nuevo trabajo, esta vez sobre el léxico criollo de toda la América Española, Manual del lenguaje criollo de Centro y Sudamérica.
Jaime Peña Arce