Álvaro de Cadaval Valladares y Sotomayor, también conocido como Cadalvo Gravio, fue un humanista y latinista español del siglo XVI. Nació en la localidad pontevedresa de Tuy, en 1505, como hijo segundón de una familia hidalga y acomodada. Debido a esa condición, el joven Álvaro decidió dedicarse a los estudios. No se sabe con exactitud dónde se formó; no obstante, se postula que fue en la Universidad de Salamanca (a la que solían acudir los gallegos), aunque también podría haber sido en la de Alcalá o algún estudio portugués, como el de Braga o Viana do Castelo. Sea como fuere, al término de su formación, ingresó, en 1542, como docente en la Universidad de Santiago; al poco tiempo, obtuvo la cátedra de Gramática latina, que ocupó por espacio de 20 años, y renovó hasta su jubilación, que tuvo lugar en 1571. Pese a su trayectoria en la academia compostelana, la vida de nuestro humanista no fue estable. Sus biógrafos sostienen que ejerció la docencia (no se sabe en calidad de qué) en otros estudios gallegos, como el de Orense, o –quizás– también en alguno portugués, como el de Braga. De lo que no cabe duda es de que, gracias a su amistad con Rodrigo Pinheiro (¿?-1572), obispo de Oporto, entró en la órbita de la corte portuguesa, por lo que sus viajes y estancias en Lisboa fueron constantes; de hecho, en muchas ocasiones, fueron los propios monarcas lusos los que apoyaron la edición de sus obras, impresas mayoritariamente en prensas de la capital del país vecino. Entre 1565 y 1566, el tudense, acusado de herejía, tuvo graves problemas con la Inquisición lisboeta; sin embargo, el proceso se cerró rápidamente y a favor del acusado. Los últimos años de su vida, desde su jubilación en 1571 hasta su fallecimiento, trascurrieron en penosas condiciones económicas y de salud en Santiago de Compostela. Finalmente, Álvaro de Cadaval, el máximo exponente del Humanismo y del Renacimiento gallego, y el primer catedrático de Latinidad de la Universidad compostelana, falleció en 1575, con 70 años, en la ciudad picheleira. Sus restos descansan en la iglesia santiaguesa de Santa María la Nueva.
El trabajo filológico de este autor estuvo en consonancia con su actividad docente, y se centró en la descripción de la gramática latina. En este sentido, destaca su comentario al libro cuarto de la Gramática latina de Antonio de Nebrija (1441 o 1444-1522), que versa sobre la sintaxis y las partes de la oración. Este manual fue el resultado de su actividad como profesor en el estudio de Orense, en el que se veía obligado a explicar esa obra cada curso.
Jaime Peña Arce