Antonio Teodoro Caravia Pérez fue un agrimensor uruguayo del siglo XIX. La biografía de este autor presenta más interrogantes que certezas, aunque se pueden trazar las líneas maestras que la perfilan. Vio la luz en Montevideo, en 1809, justo después del intento británico de invasión de un territorio que aún, y por pocos años, se encontraba inserto en el Virreinato español del Río de la Plata. Creció en el seno de una familia criolla, acomodada e ilustrada, de ascendencia asturiana, que pudo procurar a todos sus vástagos una esmerada educación. Se desconoce dónde se formó el joven Antonio, aunque parece que estudio en los mejores colegios montevideanos y se le presupone formación universitaria, quizás, cursada en alguna institución argentina. A partir de aquí, y al margen de los hitos que supuso la publicación de sus diferentes obras, la vida de nuestro protagonista es un completo enigma: solo se sabe que destacó como teórico de la agricultura y que, por este motivo, y tras un notorio reconocimiento en muchos países de Hispanoamérica, recibió un prestigioso galardón en la argentina Universidad de Córdoba (1872). Antonio T. Caravia se suicidó –sin que las causas se hayan llegado a esclarecer– en 1873, con 64 años, en su ciudad natal.
La labor filológica de Caravia fue muy escasa, y derivó de su trabajo como agrimensor. En este sentido, el último volumen de su Curso de agricultura incluyó, en forma de glosario, una lista de los términos empleados a lo largo de los tomos anteriores con su correspondiente definición.
Jaime Peña Arce