Francisco Codera y Zaidín fue un arabista, historiador y numismático español, activo entre los siglos XIX y XX. Nació en la localidad de Fonz (Huesca), en 1836, en el seno de una familia cuya calidad nos es desconocida. Aprendió las primeras letras en su pueblo natal y, de allí, en 1847, pasó a estudiar con los padres escolapios en su colegio de Barbastro. Entre 1851 y 1854 amplió su formación en el seminario conciliar de Lérida. En 1855 ingresó en la Universidad de Zaragoza, donde cursó Teología y el bachillerato en Filosofía y Letras, para, más tarde, comenzar las carreras de Derecho y Filosofía y Letras en la Universidad Central de Madrid. Durante su periodo formativo en la capital, entró en contacto con Pascual de Gayangos (1809-1897), catedrático de Árabe, de quien se convirtió en su más afamado discípulo. Justo antes de licenciarse, en 1863, ya había regresado a Lérida, ciudad en cuyo instituto había ganado una plaza como catedrático de Latín y Griego. En 1864 y 1865, respectivamente, se licenció y doctoró en Filosofía y Letras. En 1866 ganó la plaza de catedrático de Latín, Griego y Árabe en la Universidad de Granada y, dos años más tarde, en la de Zaragoza. Fue en la capital aragonesa donde empezó a interesarse por el estudio de la lengua árabe con el fin de poder acceder directamente a las fuentes de estudio sobre la historia del Aragón medieval; este quehacer es considerado el antecedente de su magna e inconclusa Biblioteca arábigo-hispana. Sea como fuere y finalmente, en 1874, se hizo con la cátedra de Árabe en la Universidad Central de Madrid, puesto en el que se mantuvo hasta su jubilación. Una jubilación anticipada para no bloquear la progresión académica de sus numerosos discípulos. A lo largo de su vida, Cordera recibió amplios reconocimientos, como su nombramiento como miembro de número de la Real Academia de la Historia (1879) y de la Española (1910). En 1917, murió en su localidad natal rodeado de un profundo reconocimiento.
Su trabajo filológico se centró en la descripción de la lengua árabe. En 1886 publicó sus Elementos de gramática árabe para uso de los alumnos de F. de C. y Z., texto del que en 1892 tenía preparada una segunda edición que ha permanecido manuscrita hasta fechas muy recientes. Nuestro aragonés, apoyándose en la Grammaire arabe de Silvestre de Sacy (1758-1838), creó un texto eminentemente pedagógico, centrado en cuestiones fonético-ortográficas y morfológicas. Además, en 1898, dio a conocer una serie de artículos bajo el nombre de «Notas de lexicografía arábigo-española» en las páginas del Boletín de la Real Academia de la Historia. En ellos explicó el origen de diferentes arabismos del español. Su último trabajo respecto a la descripción del árabe fue Importancia de las fuentes árabes para conocer el estado del vocabulario en las lenguas o dialectos españoles desde el siglo VIII al XII, una obra que subraya la importancia de esa lengua semítica en la conformación y evolución de los diferentes dialectos iberorrománicos.
Jaime Peña Arce