Manuel Juan Diana fue un archivero, lexicógrafo aficionado, novelista, periodista y autor dramático del Romanticismo español. Nuestro autor –cuya biografía está plagadas de lagunas y malentendidos– nació en Sevilla, en un año por determinar (1814 o 1818) del segundo decenio del siglo XIX. No solo las fechas de su nacimiento y muerte suponen un problema, sino también su propio nombre y apellidos: su nombre de pila era Manuel y sus apellidos, Juan Diana. La bibliografía está plagada de errores a este respecto: parte de ella se refiere a este autor como Manuel Diana, otra lo hace como Juan Diana y una tercera, como Manuel Juan (nombre compuesto) Diana (apellido). Se desconocen también todos los detalles sobre el origen y extracción de su familia, así como sobre sus primeros años y formación académica; no obstante, parte de la bibliografía le ha presupuesto formación militar e –incluso– lo ha elevado al rango de capitán. No se ha podido comprobar la veracidad de esta información, aunque todo parece indicar que es errónea; quizás el malentendido responda al título de una obra de este autor, Capitanes ilustres (J. A. Ortigosa, Madrid, 1851), texto en el que –en ningún caso– se incluye su propio autor. En torno a 1840 –esto sí es seguro–, el sevillano se encontraba en Madrid, ciudad en la que permanecerá hasta su muerte. Rápidamente, consiguió un puesto de escribiente adscrito al Ministerio de Guerra, en el que trabajará durante el resto de su vida: en 1852 obtuvo el cargo de oficial tercero de su archivo; en 1863, el de oficial primero; y desde 1871, hasta su jubilación en 1877, será jefe de ese archivo ministerial. Su vida laboral estuvo salpicada de cesantías, en parte por los vaivenes políticos del momento –Manuel Juan Diana fue un adepto de la Unión Liberal del general O’Donnell (1809-1867)–, y, por otra, debido a su prolífico quehacer literario. Juan Diana fue un notable autor, consagrado especialmente a la dramaturgia, del Romanticismo español: compuso obra propia y colaboró con conocidos escritores del momento, como Hartzenbusch (1806-1880) o Navarro Villoslada (1818-1895); se movió en el ambiente bohemio del Madrid literario y forjó una sólida amistad con el romántico alemán, académico y famoso hispanista, Johannes Fastenrath (1839-1908). A través de este último, uno de los textos de Juan Diana llegó a la corte bávara de Luis II (1845-1886), fue traducido por el propio rey y representado en Múnich con gran éxito. Nuestro autor también trabajó activamente como periodista, firmando sus contribuciones bajo el pseudónimo de El Curioso Impertinente. La fecha de la muerte de Manuel Juan Diana tampoco está clara, aunque la investigación propone dos fechas: 1881 o 1884.
La labor lexicográfica de este autor, claramente autodidacta, queda recogida en un pequeño vocabulario sobre el dialecto rifeño –ordenado en una primera parte en campos semánticos y en una segunda, por orden alfabético– adjuntado a su obra Un prisionero en el Riff. Memorias del ayudante Álvarez […], texto de 1859 y dedicado a su admirado O’Donnell. La fecha de publicación del libro no es baladí, hay que situarse en los prolegómenos de la Guerra de África, en la que el mencionado general tinerfeño conseguirá una importante victoria en la decisiva batalla de los Castillejos (1860), previa a su entrada en Tetuán. Desde hacía unos años –estos son los hechos que relata el libro–, tropas rifeñas y marroquíes venían acosando las plazas españolas del norte de África, en especial a Ceuta. Un prisionero en el Riff, obra escrita en apenas unos meses, recoge la experiencia de un soldado español, el ayudante Francisco Álvarez (¿?-1857-1859-¿?), cautivo en el Riff durante cinco meses, tras su captura durante una expedición por aquella región. Al parecer, este soldado, tras su liberación y retorno a la Península, se presentó ante nuestro autor para que este, en su calidad de escribiente, le redactara unas cartas de recomendación que le permitieran obtener un ascenso o un premio por las circunstancias vividas. Juan Diana aprovechó la coyuntura para extraer toda la información posible sobre una región considerada objetivo primordial del ejército. Estos hechos resultan verosímiles, pues es difícil suponerle a Manuel Juan Diana un conocimiento tan profundo de una región –de su geografía, costumbres y dialecto– que jamás había pisado. Sea como fuere, este libro, vocabulario incluido, se constituye en una especie de guía destinada al uso del ejército, capitaneado por O’Donnell, para su inminente incursión en tierras norteafricanas. Es destacable que el sevillano se atreviera a formular una pequeña propuesta etimológica, pues señaló que las voces recogidas en su pequeño glosario provenían, las más veces, del árabe y, en un porcentaje residual, del español. Al final del vocabulario, en el que el léxico rifeño aparece escrito con caracteres latinos, el autor incluyó un anexo en el que recogía algunas expresiones útiles para la conversación. Un prisionero en el Riff fue reeditado un año después de la edición príncipe (Imprenta de Manuel Galiano, Madrid).
Jaime Peña Arce