Joaquín Escriche Martín fue un abogado y jurista español, activo durante la primera mitad del siglo XIX. Nuestro autor nació en la localidad turolense de Caminreal, en la comarca del Jiloca, en 1784. Los datos que la investigación maneja sobre su primera infancia son escasos; lo único que se sabe con certeza es que cursó sus estudios preparatorios en el colegio que los padres escolapios poseían en la cercana población de Daroca (Zaragoza). De esta villa saltó a la capital aragonesa, donde se formó en Derecho, Cánones y Teología. Recién licenciado, y ante el advenimiento de la invasión napoleónica (1808), se involucró activamente en la lucha contra el francés y destacó por su heroísmo durante los sitios de Zaragoza (1808-1809) a las órdenes del general Palafox (1776-1847), bajo cuyo mando ocuparía diversos cargos en el gobierno militar de Aragón tras el regreso de los Borbones a España (1814). Escriche, simpatizante liberal y doceañista, apoyó el levantamiento de Riego (1820) y la consecuente instauración del sistema liberal acuñado por las cortes de Cádiz; durante el Trienio Liberal (1820-1823) desempeñó distintas responsabilidades gubernamentales en Aragón y Barcelona. Tras la reinstauración del absolutismo, el turolense hubo de exiliarse en París, donde permaneció hasta la muerte de Fernando VII (1784-1833); allí, al tiempo que mejoraba su francés, se relacionó con conocidos intelectuales, como el filósofo británico y teórico del Derecho Jeremy Bentham (1748-1832) y su principal discípulo, el ginebrino Étienne Dumont (1758-1829). En 1833, Joaquín Escriche regresó a España y se avecindó en Madrid, donde vivió de su trabajo como traductor, tanto de textos literarios clásicos como de tratados jurídicos contemporáneos –entre estos, las obras de su amigo Bentham–, y se mantuvo al margen de las vicisitudes políticas de la España del momento. Nuestro autor murió en Barcelona, ciudad a la que se había trasladado pocos meses antes, en 1847.
A las numerosas traducciones y textos originales sobre cuestiones legales y jurídicas hay que sumar la que la crítica considera la principal obra del aragonés, su Diccionario razonado de legislación. La edición príncipe de este texto vio la luz (1831) en las prensas parisinas, pues su autor aún residía en la capital francesa, y se publicó compendiada en un solo tomo; a esta, y debido a su fulgurante éxito, tanto en España como en las diferentes repúblicas hispanoamericanas, le sucedió una pléyade de ediciones, algunas espurias, otras comentadas, a ambos lados del Atlántico. Tras la prínceps, apareció en Ciudad de México una nueva edición con dos emisiones (1837 y 1843), y entre medias (1838), una espuria en Valencia (Impr. de J. Ferrer de Orga) que fue denunciada por su autor. Ese mismo año, 1838, apareció en el mercado la que Escriche bautizó como segunda edición corregida y aumentada (Imprenta del Colegio de Sordomudos, Madrid). Durante las labores de corrección de la que sería la tercera edición, que aparecería de manera simultánea en Madrid y en Lima dividida en cuatro tomos (Librería de la Señora Viuda e Hijos de D. Antonio Calleja y Casa de los Señores Calleja, Ojea y Compañía, 1847-1851), murió nuestro autor, por lo que la labor fue continuada por los juristas Juan María Biec (¿?-1851-¿?) y José Vicente y Caravantes (¿1820?-1880), quienes, además, llevarían a las prensas de manera independiente un suplemento (Librerías de Don Ángel Calleja-Señores Calleja y Ojea-Casa de los Señores Calleja Ojea y Compañía, Madrid, Santiago, Granada, Lima) en 1851. Cabe destacar que, con anterioridad, en 1847, había aparecido otro suplemento al texto, esta vez anónimo (Establecimiento Tipográfico-Literario Universal La Ilustración, Madrid). La quinta edición, destinada al mercado americano, vio la luz en París en 1851 (Librería de Rosa, Bouret y Cía.), y entre 1874 y 1876 saldría la sexta (Imprenta de Eduardo Cuesta, Madrid). La edición parisina de 1851 fue reproducida en sucesivas ediciones, con adiciones alusivas a la legislación naciente de los nuevos países de Hispanoamérica, sin prácticamente ningún control. También en España, tal como había sucedido en Valencia en 1838, continuaron apareciendo ediciones espurias que fueron censuradas por los juristas de la época. La prolija reproducción y corrección de la obra de Escriche es un claro ejemplo de la enorme importancia y difusión que tuvo el texto en todo el mundo de habla española durante el siglo XIX.
Jaime Peña Arce