Francisco Gaínza Escobás fue un religioso dominico y misionero español, activo en las Filipinas durante la segunda mitad del siglo XIX. Nació en Calahorra, en 1818, en el seno de una noble y piadosa familia de esa población riojana. Tras aprender las primeras letras en su localidad natal, fue enviado por su familia a cursar el noviciado al convento de Santiago, en Pamplona, sede de los dominicos navarros, adonde arribó en 1833. Su carrera eclesiástica estuvo llena de sobresaltos debido a las vicisitudes de la época, especialmente, a la Desamortización de Mendizábal de 1837. Sea como fuere, el calagurritano terminó por ordenarse en Burgos y, en 1840, se instaló en el convento dominico de Ocaña (Toledo), el único al que el gobierno del general Espartero (1793-1879) permitió seguir operativo. Un año más tarde, en 1841, partió hacia las Filipinas, archipiélago en el que vivió hasta su muerte y donde fue ordenado sacerdote. Durante 10 años, misionó por las poblaciones indígenas de la Nueva Vizcaya, en plena sublevación de aquellos pueblos, al tiempo que –durante sus estancias en Manila– se fue haciendo un hueco entre la intelectualidad y la sociedad criolla de la capital. Simultáneamente, se entregó de lleno al estudio y a la enseñanza, lo que lo llevó a obtener un doctorado en Filosofía (1847) y en Derecho canónico (1852). En 1850, enfermo, se instaló en el convento de Santo Domingo. Dos años más tarde, ya recuperado, comenzó su trayectoria en la Universidad de Santo Tomás, de la que llegó a ser catedrático y vicerrector, e ingresó en la Real Sociedad Económica de Amigos del País. Entre 1855 y 1859, formó parte de la expedición española a la Conchinchina (hoy, Vietnam), un territorio en el que 10 años atrás ya estuvo a punto de instalarse. A su vuelta al Archipiélago, fue nombrado obispo de la diócesis de Nueva Cáceres, en la actual provincia filipina de Camarines Sur, donde aún se mantiene muy presente su memoria; allí se dedicó con ahínco al aprendizaje de la lengua de sus habitantes, y estimuló la publicación de gramáticas, diccionarios y catecismos en vernáculo. A lo largo de toda su vida, mantuvo una posición proclive a escuchar las rebeldes filipinos, incluso defendió a tres sacerdotes implicados en el Motín de Cavite (1872). Como reconocimiento a su ímprobo trabajo y desvelos, le fueron concedidas la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica y la del Santo Sepulcro de Jerusalén. Francisco Gaínza Escobás falleció en Manila, en 1879, con 61 años de edad.
El padre Gaínza dejó multitud de crónicas escritas que relatan todos los sucesos y acontecimientos que presenció durante su estancia en las Filipinas. Por otro lado, su trabajo filológico se redujo a la composición de un manual de gramática latina. Esta obra, escrita durante su juventud, llegó a ver muchas ediciones (1846, 1858, 1873, entre otras) y fue texto escolar tanto en el Archipiélago filipino como en España, donde compitió con los textos del latinista burgalés Raimundo de Miguel (1816-1878). El texto de nuestro protagonista aparece dividido en cuatro partes –etimología (por morfología), sintaxis, prosodia y ortografía– y está veteado por múltiples ejemplos, en consonancia con su carácter didáctico.
Jaime Peña Arce