Ulpiano Gómez Calderón fue un latinista y pedagogo español del siglo XIX. Los datos que conservamos sobre la vida de este autor son bastante esquemáticos. Nació en Oviedo, en 1832, en el seno de una familia cuya calidad nos es desconocida. Toda su formación tuvo lugar en su ciudad natal, y culminó con las licenciaturas en Leyes y Filosofía y Letras, obtenidas en la universidad de la capital asturiana. Mientras preparaba las oposiciones para catedrático de instituto, trabajó como profesor de Latín y Griego en la institución en la que se había formado, pero en 1856, con 24 años, se trasladó al instituto de preparatoria de Luarca (Asturias), donde ejerció como catedrático de Humanidades. Entre 1862 y 1870 vivió en Pamplona y ocupó la dirección de su instituto de segunda enseñanza. En 1870 regresó a Oviedo para ocupar una cátedra de Latín, también en la segunda enseñanza. Tras su jubilación, nuestro protagonista –bien relacionado con la intelectualidad asturiana del momento; no en vano, cultivó una profunda amistad con, por ejemplo, el celebérrimo literato Leopoldo Alas, Clarín, (1852-1901)– vivió apaciblemente en Oviedo hasta que la muerte lo sorprendió en 1902, cuando contaba con 70 años de edad.
El trabajo filológico de Gómez Calderón se centró en la creación de materiales pedagógicos destinados a la enseñanza de la lengua latina. Entre todos esos manuales, destaca su Gramática latina, publicada en cuatro tomos (analogía, sintaxis, prosodia y ortografía) independientes. El primero apareció en 1878 y los tres restantes, pocos años después. Además, creó una serie de materiales complementarios, eminentemente prácticos. El estudio de la trayectoria editorial de los textos de nuestro asturiano es muy problemático, pues –prueba de su éxito– fueron abundantemente reimpresos y refundidos hasta el tercer decenio del siglo XX.
Jaime Peña Arce