Enrique Gómez Carrillo (en realidad, su segundo apellido era Tigle, que sustituyó durante su adolescencia por Carrillo, el segundo patronímico paterno) fue un escritor y diplomático guatemalteco, que vivió a caballo entre los siglos XIX y XX. Nació en la Ciudad de Guatemala, en 1873, dentro de una familia acomodada e ilustrada. Su padre, historiador y jurisconsulto, llegó a alcanzar el rectorado de la Nacional y Pontificia Universidad de San Carlos Borromeo (hoy, Universidad de San Carlos de Guatemala) y fue miembro en la Academia Guatemalteca de la Lengua; su madre era una española de ascendencia belga. Tras aprender las primeras letras, comenzó los estudios reglados, que nunca llegó a terminar por diversas razones: por un lado, su carácter rebelde y bohemio y, por otro, los viajes y exilios familiares, que lo llevaron a vivir fuera de su país durante cuatro años, de 1881 a 1885. Su formación –apoyado en la estabilidad económica familiar, en su influencia y en su notable biblioteca– fue fundamentalmente autodidacta, lo cual no supuso ningún obstáculo para que resultase exitosa: con apenas 22 años, en 1895, ya era una figura destacada del ambiente cultural guatemalteco y ejercía como académico correspondiente por su país ante la Real Academia Española. Durante su juventud, descolló como periodista y comenzó a insertar sus composiciones literarias en varios periódicos centroamericanos; su ligazón y filiación con el ya célebre poeta nicaragüense Rubén Darío (1867-1916) surgió en esa época y se mantuvo de por vida. A comienzos del decenio de 1890, gracias a una beca gubernamental, se trasladó de nuevo a Europa (ya había residido en Madrid durante un tiempo, diez años atrás) y vivió a caballo entre la capital española, donde desarrolló diferentes funciones diplomáticas y periodísticas, y París, ciudad cuyo ambiente bohemio y contracultural lo atrajo desde el principio. Gómez Carrillo pasó la mayor parte del resto de su vida en Francia, aunque con periódicos desplazamientos (ora a España, ora a su Centroamérica natal; aunque también visitó Rusia, Tierra Santa y el Extremo Oriente), trabajando como diplomático y periodista, consagrado a una vida bohemia trufada por incontables romances y dedicado a su pasión por la escritura. Algunas de sus relaciones amorosas dieron mucho de qué hablar en la época, entre otras, las que mantuvo con la cupletista Raquel Meller (1888-1962), relación inmortalizada en un famoso cuadro de Julio Romero de Torres (1874-1930); con la escritora franco-salvadoreña Consuelo Suncín (1901-1979); o con Margaretha Geertruida Zelle (1876-1917), más conocida como Mata Hari. Sea como fuere, siempre estuvo bien relacionado dentro del ambiente cultural de la Europa del momento y cultivó un estilo marcadamente modernista Enrique Gómez Carrillo falleció en París, en 1927, con 54 años de edad. Nuestro autor es considerado uno de los literatos guatemaltecos más importantes del primer tercio del siglo XX.
El trabajo filológico del centroamericano fue escaso y se concretó en la composición su Diccionario ideológico para facilitar el trabajo literario y enriquecer el estilo, una obra surgida de su trabajo como escritor en busca de la perfección literaria.
Jaime Peña Arce