Manuel Gómez de la Maza y Jiménez fue un botánico y lexicógrafo aficionado cubano, activo durante los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX. Nuestro autor nació en La Habana, en 1867, en el seno de una familia criolla de ascendencia santanderina. Gómez de la Maza cursó en su ciudad natal los estudios primarios y secundarios, al término de los cuales entró en la Universidad de La Habana, institución en la que se licenció en Medicina y Ciencias (doctorándose también es esta última) y a la que permaneció ligado durante el resto de su vida. Su precaria salud le impidió siempre realizar viajes o estudios de campo, por lo que se consagró a una labor de investigación de gabinete, actividad que lo convirtió en un profesional de reputado prestigio, siempre en contacto con las principales figuras de su disciplina a nivel mundial. Con apenas 30 años (1897) era ya catedrático de Botánica y, años después, fue nombrado director del jardín botánico habanero; además llegó a ser secretario de la sección de Ciencias de la Real Sociedad Económica de La Habana y presidente de la Sociedad de Historia Natural «Felipe Poey». Su tranquila vida, aunque muy marcada por su endeble salud, transcurrió sin apenas sobresaltos, pese a las enormes turbulencias políticas que atravesó la isla en su proceso de emancipación de España. En los momentos más duros de la contienda, en especial, tras la entrada de los EE. UU. en la guerra, cuando La Habana ya estaba prácticamente cercada por el ejército rebelde cubano, Gómez de la Maza colaboró como médico voluntario con la Cruz Roja, consiguiendo salvar la vida de innumerables soldados heridos. Tras la independencia del país, las nuevas autoridades lo confirmaron en su puesto, por lo que nuestro autor se reincorporó a su plaza universitaria y retomó sus quehaceres. En 1916, tras un grave empeoramiento de su crónica dolencia, Manuel Gómez de la Maza falleció en su ciudad natal con apenas 49 años de edad.
El trabajo lexicográfico de Gómez de la Maza estuvo íntimamente ligado con el estudio de su disciplina, la Botánica. Así, en 1889, con solo 22 años llevó a las prensas su Diccionario botánico de los nombres vulgares cubanos y puerto-riqueños, repertorio con más de 4000 entradas. Cada uno de los artículos está glosado con diversas observaciones: o bien se corrige el término dado por otros autores para designar a esa planta, o bien se indaga en la etimología del término que sirve como entrada, o bien se incluyen apreciaciones sobre la distribución geográfica de la especie vegetal en cuestión. En último lugar, es destacable que, en los preliminares del diccionario, Gómez de la Maza manifieste su deseo de ofrecer estos datos para la futura confección de un vocabulario general del español antillano.
Jaime Peña Arce