Santiago Jonama y Bellsolà nació en La Bisbal (Gerona) en torno a 1780. Aparentemente, fue hermano de Lucía Jonama y Bellsolà (1785-1858), comandante de una escuadra que participó en el sitio de Gerona (1809). Fue ministro de la Real Hacienda en Filipinas entre 1808 y 1809 y oficial de la Secretaría de Gobernación cuando regresó a España en 1811. Un año después, fundó en Cádiz El Imparcial con Alcalá Galiano (1789-1865), y colaboró en otros periódicos de la época como El Revisor Político, El Conciso y El Redactor General. Tras la Guerra de Independencia (1808-1814), se marchó a Ámsterdam, donde ejerció como cónsul hasta 1820. En 1818 publicó en París una obra en contra de la independencia americana, que más tarde José Domingo Díaz (1772-1842 o 1843) traduciría como Cartas al Sr. Abate de Pradt, por un indígena de la América del Sur. En 1820, de nuevo en España, comenzó su labor como intendente de provincia. Pese a que a comienzos de ese mismo año, Jonama se declaró contrario a las ideas liberales que se estaban extendiendo por España, pocos meses más tarde cambió drásticamente de parecer, hasta el punto de defender una revolución liberal y adscribirse al movimiento comunero. Este viraje lo manifestó en su Carta al Rey acompañándole algunas reflexiones acerca de las ventajas del Régimen constitucional. En esta segunda década del siglo XIX retomó su labor periodística (El Eco de Padilla, El Tribuno y El Independiente). Después de ser expulsado de Madrid, se instaló en Cádiz, a principios del año 1823, donde publicó una «Carta a Alcalá Galiano», en El Constitucional de Cádiz, con el propósito de defender El Zurriago. Por orden del jefe político de Cádiz, fue enviado, ese mismo año, a La Coruña, donde falleció apresado en un calabozo.
Como muestra de su preocupación por la lengua y por las palabras, publicó el Ensayo sobre la distinción de los sinónimos de la lengua castellana en 1806, siguiendo los pasos de su predecesor José López de la Huerta (1743-1809). Ante la escasez de estudios sobre la lengua castellana, Jonama se propuso redactar una obra que arrojase algo más de luz sobre esta cuestión, centrándose en la sinonimia. Para ello, observó las diferencias léxicas entre los términos insertos en un contexto, incluyó una serie de consideraciones teóricas sobre la lengua a modo de introducción y rechazó el uso de la lengua que hacían las autoridades de siglos pasados. Desde esta perspectiva sincrónica, analiza unidades léxicas consideradas sinónimas y descubre otra clase de relaciones léxicas como la hiperonimia y la hiponimia.
Leticia González Corrales