Antonio Terry y Rivas fue un marino, científico y lexicógrafo aficionado español del siglo XIX. Nació en Cádiz, en 1838, dentro de una familia acomodada. A los dos años de su nacimiento, la familia se trasladó a Granda, donde el joven Antonio pasó su infancia y aprendió las primeras letras. En 1853 se enroló en la Armada, en la que se formó durante siete años y a la que dedicó toda su vida. Durante su periodo formativo viajó a las Filipinas y combatió a los piratas musulmanes de Mindanao. En 1860 regresó a la Península para participar en la Guerra de África (1859-1860). Al término de esa contienda obtuvo destino en La Habana, ciudad en la que se avecindó durante cinco años. En el Caribe luchó contra el filibusterismo y combatió a los independentistas de Santo Domingo, que había reingresado en España en 1861. En 1865, y por motivos de salud, regresó a España y se le concedió un destino en tierra —en concreto, en el puerto de Barcelona— durante dos años. En 1870 estaba de vuelta en La Habana para luchar contra los insurgentes y, durante los siguientes 25 años, vivió a caballo entre la metrópoli y el Caribe en función de las misiones encomendadas por sus superiores; en esta etapa destacó por sus triunfos frente a los rebeldes cubanos. En 1896 se asentó de forma definitiva en Madrid, rodeado de grandes reconocimientos por los servicios prestados, y se hizo con los cargos de jefe del Estado Mayor, diputado por Cádiz y senador vitalicio. Finalmente, Terry y Rivas falleció en la capital de España en 1900.
Pese a su trepidante vida, nuestro protagonista siempre sacó tiempo para cultivar diversas disciplinas, como las matemáticas o la astronomía. Su trabajo lexicográfico fue escaso en comparación con el total de su producción erudita y se restringió al final de su vida. Terry y Rivas dedicó amplios esfuerzos a actualizar la obra de Martínez de Espinosa y Tacón (1792-1875), que databa de 1849, lo que lo llevó a publicar el Diccionario marítimo inglés-español y vocabulario marítimo-español-inglés […]. En comparación con su antecesor, nuestro gaditano colocó en primer lugar —y con bastante lógica— la parte inglés-español, la más completa de las dos. Tres años más tarde, y a partir de la segunda parte de su repertorio, la español-inglés, añadió también los equivalentes en francés; así surgió su segundo manual, titulado Diccionario de los términos y frases de marina: español-francés-inglés […]. Tanto el primer texto como el segundo tienen una clara intencionalidad pedagógica.
Jaime Peña Arce