Amigo íntimo del poeta (castellano y latino), humanista y preceptista retórico Francisco Sánchez Barbero (1764-1819), vinculado a la Escuela Poética de Salamanca, se formó en Teología en la Universidad de Alcalá (1789-1791). Calificado por Menéndez Pelayo como «clérigo zumbón», y Comenge de manera múltiple y más precisa como «clérigo avinagrado y cariacontecido, misántropo y burlón», de ideología liberal, fue gramático, ortógrafo, lexicógrafo, cervantista y traductor, pero también poeta, escritor satírico y periodista o gacetillero, así como asociado entre 1798 y 1806 al servicio diplomático como secretario personal de Manuel González Salmón (1778-1782), secretario a su vez de la Legación de Sajonia en Dresde. Fruto de su conocimiento del alemán y de su estancia en Dresde será su gramática para enseñar español a alemanes.
Hasta hace poco, su faceta más conocida era como editor, junto a Sánchez Barbero, del periódico El Conciso, que en su primera etapa en Cádiz (1810-1813) daba cuenta de las sesiones de las Cortes de Cádiz, como también fue redactor durante la Regencia de la Gaceta del Gobierno (Sevilla, 1809-1810), y después de la Gaceta de la Regencia de España e Indias (1811-1814), que retoma el nombre de Gaceta de Madrid. Desterrado a Melilla por Fernando VII (1784-1833) entre 1815 y 1819 (conservamos su diario de exilio en Melilla entre parte de 1815 y 1816), con la llegada del Trienio Liberal en 1820 vuelve a la Gaceta de Madrid, de la que llegó a ser director en 1822, ahora curiosamente afecto a palacio por haber censurado los excesos satíricos contra el mismo rey que lo desterró. Tras el Trienio Liberal (1820-1823), tenemos noticias de él en el extranjero (por ejemplo en Montauban, Francia), pero sobre todo en una especie de exilio interior en Cantalapiedra (el pueblo de la familia Onís, algunos de cuyos miembros encabezaron precisamente la Legación de Sajonia). Allí se dedicaría a recopilar de forma manuscrita su obra poética (Varias poesías de Dn. Manuel Pérez Ramajo) y lingüística (Varios de literatura; incluye su Tratado sobre el Acento de la lengua Castellana remitido a la Real Academia Española en Julio de 1825, una gramática esquemática del español, un ensayo sobre la españolización de nombres extranjeros, un Suplemento a los sinónimos de Huerta, unos apuntes gramaticales en los que subraya su independencia de criterio frente a la Real Academia Española, otros del Quijote y una traducción de los Nouveaux dialogues des morts [1683] de Fontenelle con un interesante prefacio que explica la teoría de traducción de Ramajo). Lo más probable es que Ramajo muriera en la misma Cantalapiedra, con toda seguridad en 1831.