Eduardo de Mariátegui Martín fue un militar, escritor y lexicógrafo aficionado español del siglo XIX. Nació en Madrid, en 1835; se desconoce cualquier dato alusivo a la calidad de su familia y a los primeros años de su vida. Con 17 años, en 1852, ingresó en la Academia de Ingenieros de Guadalajara, de la que salió en 1857 con el grado de teniente. Participó, a las órdenes de O´Donnell (1809-1867), en la toma de Tetuán, ciudad en la que permaneció durante varios años; gracias a los méritos ganados en la batalla de Wad-Ras (1860) le fue concedida la Cruz Laureada de San Fernando. De vuelta en la Península, Mariátegui hizo frente a todas las tentativas democráticas y progresistas, previas a la Revolución de 1868, que intentaron deponer del trono a Isabel II (1830-1904, reina entre 1833 y 1868); entre todas ellas, destacó por su papel clave durante la sublevación del cuartel de artillería de San Gil, que tuvo lugar en junio de 1866, organizada por un Prim (1814-1870) exiliado desde hacía pocos meses. Con el advenimiento del Sexenio Democrático (1868-1874), el madrileño fue destinado a Bilbao: tras el estallido de la Tercera Guerra Carlista (1872-1876), se dedicó con ahínco –como jefe de los ingenieros militares– a la fortificación de la ciudad; hay unanimidad, por parte de los historiadores militares, en señalar que el papel desempeñado por nuestro autor fue determinante para impedir la toma carlista de la capital vizcaína. Con Bilbao a salvo, el ingeniero siguió al ejército liberal a las campañas de Guipúzcoa y Navarra; nuevamente, brilló en la batalla de Oteiza, que se saldó con la victoria liberal, por sus trabajos de fortificación del monte Esquinza. Precisamente, en el transcurso de esas obras de fortificación, en 1875, Mariátegui contrajo una enfermedad que lo postró en cama y que, cinco años después, terminaría con su vida; así Eduardo de Mariátegui falleció prematuramente en Madrid, en 1880, con solo 45 años de edad.
Este autor compaginó, a lo largo de toda su vida, su quehacer en la milicia con múltiples y variadas tareas investigadoras y eruditas. En concreto, su trabajo lexicográfico cristalizó en la redacción del Glosario de algunos antiguos vocablos de arquitectura y de sus artes auxiliares, que apareció por primera vez al final de la tercera edición, realizada por él y publicada en la revista El Arte en España, del Breve compendio de la carpintería de lo blanco, del sevillano Diego López de Arenas (1579-1633-¿?); no en vano, el Glosario de Mariátegui surgió de la necesidad de aclarar los términos empleados en esa obra, publicada casi 250 años antes. Este Glosario cuenta con más de medio millar de entradas –la mayoría, sustantivos– en las que explica el significado que esos términos tenían en la Sevilla barroca, aduciendo una buena cantidad de autoridades; una parte significativa de estas voces terminarían entrando en las ediciones finiseculares del Diccionario de la lengua española de la Academia.