Pedro Martínez López nació, en 1797, en Villahoz (Burgos) y murió, en 1867, en Neuilly-sur-Seine (Francia). Fue un gramático y lexicógrafo muy polemista, de carácter desapacible y vengativo.
En 1828 Martínez López hubo de exiliarse, instalándose en París, donde residió hasta su muerte. Fue en la capital francesa donde publicó la mayoría de sus obras. Trabajó como corrector lingüístico en la compañía publicitaria Salvá y Pérez de París, a partir de 1830. Se manifestó muy crítico con las ideas de algunos lingüistas contemporáneos, a los que llegó incluso a insultar personalmente. Uno de los más denostados fue Vicente Salvá (1786-1849), con quien había colaborado en París y cuya Gramática de la lengua española según ahora se habla (1830) fue atacada desde el propio título. Esa hostilidad contra Salvá se repitió en el prólogo y notas a su edición del Arte de hablar en prosa y en verso (1826) de José Gómez Hermosilla (1771-1837), publicada en París en 1850 como respuesta a la edición de Salvá del mismo trabajo, que había aparecido en 1842.
Las obras gramaticales de Martínez López combinan ideas tradicionales con teorías lógicas basadas en la gramática racional, pero la carencia de una base teórica sólida le llevó a resultados que incurrían en constantes contradicciones. Martínez López siempre defendió aquellas ideas con las que le resultaba más fácil atacar a Salvá, su peor enemigo: solo cuando renuncia a esa actitud insultante alcanza un cierto nivel de coherencia interna y de adecuación descriptiva. No obstante, debe reconocerse que su oposición a los métodos de enseñanza de la gramática tradicional, sus propuestas para lograr una nueva gramática pedagógica basada en numerosos gráficos y ejercicios de análisis de oraciones, sus métodos de análisis (gramatical y lógico) aplicados a la morfología y la sintaxis le hacen merecedor de un lugar relevante en la historia de la lingüística española. Su labor como lexicógrafo es también notoria, habiendo dos diccionarios bilingües (español-francés, latín-español). Para el Diccionario francés-español y español-francés contó con la colaboración de Francisco Maurel en el primer tomo, francés español, mientras que el otro se debe enteramente a Martínez López; esta obra se publicó sin cambios, salvo en el título, en varias ocasiones. El Diccionario latino-español es una edición aumentada del de Valbuena, que también gozó de un notable éxito editorial, a tenor de las ediciones que tuvo.
Martínez López compartió con su contrincante V. Salvá, así como con la Real Academia Española y con Andrés Bello (1781-1865), una notable influencia tanto en las teorías lingüísticas como en la metodología de enseñanza de la lengua española en Hispanoamérica; así, puede comprobarse su huella en las obras de Juan Vicente González (¿1811?-1866), Compendio de gramática castellana (s. i., Caracas, 1841); de Ulpiano González (1815-1849), Observaciones curiosas sobre la lengua castellana (Imprenta de Jose A. Cualla, Bogotá, 1848); de Juan Manuel Pérez (¿?-¿?), Compendio de gramática castellana (Santamarta, Colombia, 1850); de Zoilo Villar (¿?-¿?), Elementos de gramática de la lengua castellana (Socorro, Colombia, 1858); del colombiano Esteban Ovalle (¿?-¿?), Nueva gramática castellana (Tipografía Hispano-Americana, Barcelona, 1883); o de Rafael Celedón (1833-1902), Gramática primaria de la lengua castellana (Imprenta de la Librería de A. Bethencourt e Hijos, Curazao, 1889).
Además de sus amplios conocimientos de la literatura y filología españolas, Martínez López fue también inventor de maquinaria agrícola, lo que describe en su tratado sobre El granero de los agricultores (1861).