Pedro Felipe Monlau y Roca nació en Barcelona en 1808 y en esta ciudad realizó sus primeros estudios. Estudió Medicina, ejerciéndola desde 1829. Se licenció en Medicina y Cirugía en 1831, obteniendo el doctorado en 1833. En 1847 obtuvo el grado de bachiller en Filosofía por la Universidad de Madrid, y en 1849 la licencia tura en Filosofía (Ciencias Filosóficas). Desempeñó diferentes cargos docentes en distintos centros de Barcelona y Madrid, entre los que cabe destacar que fue catedrático de Literatura e Historia en la universidad de Barcelona (1840-1844). En Madrid fue catedrático de Psicología y Lógica en el Instituto de San Isidro, agregado a la Universidad de Madrid (1849-1854 y 1854-1857), profesor de Psicología y Lógica en la Escuela Normal de Filosofía (1850-1852), catedrático de Higiene en la universidad Central (1854), y catedrático numerario de la Escuela Superior de Diplomática (desde 1857). También fue director del Museo Arqueológico Nacional, e ingresó en la Real Academia Española en 1859. Murió en Madrid en 1871.
Publicó numerosos trabajos sobre medicina, higiene, botánica, filosofía, retórica, historia, etc., firmados muchas veces con seudónimos (Juan Primario, Felipe Roca y Lavedra, Felipe Ropavejero, P. F. Walnom, Hilario Pipiritaña, P. Lonuma, O. Eñ Moralinto...). Por lo que respecta a la descripción de nuestra lengua, Monlau destaca gracias a su Diccionario etimológico, que va precedido de unos extensos «Rudimentos de etimología», que fundamentalmente es un tratado de formación de palabras y de lexicología, para interpretar adecuadamente el diccionario. El repertorio propiamente dicho está confeccionado con criterios científicos modernos para la época, como puede comprobarse a través de la bibliografía citada, y las referencias a obras de otras épocas. En él pretende dar cuenta de todas las raíces de las voces de nuestra lengua, señalando su origen, con indicación de los derivados y compuestos. El diccionario ha tenido varias ediciones una vez desparecido su autor, una en México (José María Sandoval, 1877), otra en Madrid (1881), y una más llamada segunda edición en 1944 con un prólogo de Avelino Herrero Mayor («El Ateneo», Buenos Aires, 1944).
Su discurso de ingreso en la Real Academia Española (el 29 de junio de 1859) había versado sobre el origen y formación del romance castellano.
Con su Vocabulario gramatical de la lengua castellana pretendía aclarar la terminología gramatical para que pudiesen entenderla quienes utilizan los términos tradicionales y los modernos, aclarando las voces de reciente introducción en la disciplina. Para mayor ayuda da cuenta también de voces no específicamente gramaticales. En definitiva, es un temprano diccionario técnico de nuestra materia.