José Moreno Nieto y Villarejo nació en Siruela (Badajoz) en 1825. Quedó huérfano de padre a los cinco años y de madre dos años más tarde. Se inició en los estudios en su pueblo natal, completándolos en el monasterio de Guadalupe. En 1836 marcha a Toledo donde estudió Leyes y Filosofía. En 1843 comenzó los estudios de Derecho en la universidad de Madrid, que finalizó tres años más tarde, a la vez que la licenciatura en Filosofía y Letras. En 1847 obtuvo la cátedra de Lengua árabe de la universidad de Granada. Allí tradujo, con su maestro Lafuente Alcántara, las inscripciones árabes de la Alhambra. De 1854 a 1856 fue diputado del Partido Progresista por Granada en las Cortes constituyentes. En 1858 regresa a Madrid para realizar el doctorado en Derecho en 1860, logrando la cátedra de Historia de los Tratados en 1861. Al año siguiente es elegido miembro de la Academia de la Historia. En 1865 es nuevamente elegido diputado a Cortes, esta vez en la Unión Liberal y por Badajoz, hasta 1866, así como en las legislaturas de 1869-1871 y 1871-1872, en 1872, en 1876-1877, 1877, 1878, otra vez en 1878, y en 1879-1880 por el Partido Liberal. Fue rector de la universidad madrileña en 1869-1874. En 1874 es nombrado Director general de Instrucción pública, cargo al que renuncia pocos meses después. En 1875 Antonio Cánovas del Castillo (1828-1897) le ofreció ser ministro de Fomento, pero declinó la invitación. Entre 1876 y 1882 fue Presidente del Ateneo de Madrid. La Academia de la Historia lo nombró senador en su representación en la legislatura de 1881-1882. Murió en Madrid en 1882.
Moreno Nieto tenía fama de gran lingüista y conocedor de un buen número de lenguas, latín, griego, árabe, hebreo, siriaco, francés, italiano, portugués, inglés y ruso. Destacó como arabista, pese a su pasión por el derecho y por la política. Sin embargo, su única obra lingüística es la Gramática de la lengua arábiga redactada por encargo de la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid, mediante la recomendación de Pascual de Gayangos (1809-1897), y como consecuencia de una iniciativa de José Amador de los Ríos (1816-1878), ya que era necesaria para la enseñanza de esa lengua, pues la del franciscano descalzo Francisco Cañes (1720-1795) había quedado envejecida y su contenido era deficiente. La obra estaba finalizada en 1863, aunque no pasó por la imprenta hasta nueve años después, manteniéndose como libro de texto durante un largo periodo de tiempo, pese al sistema de transcripción de los sonidos que empleó.