Pedro Juan Núñez fue un humanista y helenista español del siglo XVI. Nació en Valencia en una fecha por determinar, pero contenida entre 1525 y 1529, en el seno de una familia noble que pudo proporcionarle una esmerada educación. Tras aprender las primeras letras y recibir la formación básica, el joven Pedro Juan se graduó y doctoró en Artes en la Universidad de Valencia, entre 1540 y 1546, después de recibir las enseñanzas del núcleo humanista articulado en torno a la aristócrata Mencía de Mendoza (1508-1554), discípula de Juan Luis Vives (1492-1540). En 1547 ya figuraba como profesor en la Universidad valenciana, seguramente de Griego. Tras un año en París, donde amplió sus conocimientos y adonde acudió en compañía de otro humanista valenciano, Juan Martín Cordero (1531-ca. 1600), regresó a Valencia, en cuya academia de consagró a múltiples tareas docentes e investigadoras. Entre 1557 y 1561 ejerció como profesor en la Universidad de Zaragoza en compañía de Juan Lorenzo Palmireno (1524-1579). En 1561 retornó a Valencia, pero volvió a abandonar su ciudad natal en 1563 por razones no esclarecidas: quizás porque el ambiente de su Universidad se le pudo volver hostil o quizás por problemas con su Inquisición. Sea como fuere, en 1563 se asentó de nuevo en Zaragoza. En la capital aragonesa trabó relación con Antonio Agustín Albanell (1517-1586), un reputado intelectual, precursor del estudio histórico de las fuentes del Derecho, que ejercía por entonces como obispo de Lérida. Desde ese momento, el devenir de nuestro protagonista quedó ligado al del religioso, a quien siguió en sus sucesivos cargos en diferentes diócesis de la Corona de Aragón hasta que logró el más importante de todos ellos, el arzobispado de Tarragona. Núñez ejerció por aquellos años su magisterio en las Universidades de Lérida, Barcelona y Tarragona, aunque esporádicamente también lo hizo en su Valencia natal. Durante sus estancias en la capital tarraconense trabó relación con el jesuita e intelectual flamenco André Scott (1552-1629), quien influyó notablemente en su producción erudita y quien le dio a conocer los primeros escritos del humanista germano-holandés Gérard Jean Vossius (1577-1649). Finalmente, Pedro Juan Núñez falleció en la ciudad del Turia, en 1602, rodeado de gran admiración y reconocimiento.
El trabajo erudito de Núñez fue monumental y cristalizó en una gran cantidad de publicaciones de variadas temáticas. Por su parte, su labor filológica gravitó en torno a la descripción del griego clásico y a la creación de materiales didácticos para su estudio, en estrecha relación con su quehacer pedagógico. También destacó por la traducción de textos literarios de autores clásicos y por sus indagaciones en la Retórica. La obra de Núñez fue abundantemente ampliada por su autor a lo largo de su vida y reeditada en numerosas ocasiones, tanto a instancias de nuestro valenciano como por las necesidades del mercado librario. Por este motivo, y por los consabidos cambios de títulos y disposición de los materiales, junto con la creación de breviarios o libros exclusivamente de texto, la investigación ha tardado en esclarecer cuáles son los títulos seminales y cuáles únicamente ampliaciones o reediciones. Dentro de sus obras sobre la lengua griega se señala a Institutiones grammaticae linguae Graecae como la obra que, tras una serie de cambios, se publicó años después con el título de Typus institutionum grammaticarum etymologiae et syntaxeos linguae Graecae; y a Alphabetum Graecum et de mutatione linguae Graecae in Latinam como la que dio lugar posteriormente a Grammatisticae linguae Graecae. Respecto a la primera de sus obras, Institutiones grammaticae linguae Graecae, cabe señalar que en el pie de imprenta de la portada principal aparece referenciado el año de 1556, pero en una portada secundaria interior consta el de 1555.