Juan Pío Pérez Bermón fue un funcionario y mayista mexicano, de origen novohispano, activo durante el siglo XIX. Vio la luz en Mérida (Yucatán), en 1798, dentro de una acomodada familia de emigrados españoles. Tras aprender las primeras letras y realizar los estudios elementales bajo la tutela de maestros particulares, ingresó en el seminario de San Ildefonso, en su ciudad natal, donde estudió Filosofía. Desde el final de su etapa como estudiante hasta 1830, cuando lo encontramos trabajando en el gobierno estatal yucateco, su biografía presenta una importante laguna: no sabemos qué fue de él durante la segunda década del siglo XIX, años en los que Yucatán luchaba por su independencia contra la metrópoli y discutía sobre su incorporación a los Estados Unidos Mexicanos. Parece que nuestro protagonista mantuvo siempre una posición política neutral, acorde a su condición funcionarial, por lo que su labor en la administración, debido a la gran inestabilidad reinante, se vio salpicada por numerosas cesantías. Durante uno de estos lapsos, en torno a 1835, se instaló en Ticul, localidad en la que empezó a recolectar y a estudiar manuscritos mayenses. A comienzos de 1841 fue nombrado alcalde de la pequeña población de Peto, cargo que ocupó hasta 1844 y, desde esa fecha hasta 1848, fue alcalde de la ciudad de Valladolid, también en su Yucatán natal. Con la incorporación definitiva del territorio yucateco a México, nuestro protagonista alcanzó la cima de su carrera en la administración pública, pues fue nombrado alcalde de Mérida, la capital del estado, puesto que ocupó hasta 1853. Los últimos años de la vida de nuestro erudito trascurrieron en su ciudad natal, donde murió en 1859, con solo 61 años de edad.
Pérez Bermón dedicó toda su vida a la realización de profundos estudios sobre la civilización maya de la península de Yucatán; no obstante, todos sus textos de contenido filológico fueron impresos después de su muerte. El manuscrito de su Diccionario de la lengua maya, que empezó a componer durante su estancia en Ticul, fue recogido por el mayista estadounidense John Lloyd Stephens (1805-1852), quien –reconociendo la ímproba labor de nuestro ya fallecido autor, a quien le unía una estrecha amistad–, y en colaboración con el mayista alemán Carl Hermann Berendt (1817-1878), se ocupó de su publicación. Para la redacción de esta obra, el meridano se basó tanto en investigaciones propias como en fuentes lexicográficas previas, entre ellas, la del franciscano de origen francés Pedro Beltrán de Santa Rosa María (principios del s. XVIII-2.ª mitad del s. XVIII), además de en otros manuscritos de autoría dudosa, conservados en conventos yucatecos. Su estudio de la obra de fray Pedro fue tal que llegó a componer un segundo volumen a partir de la reunión de todo el léxico maya disperso en los diferentes escritos de ese religioso; esta obra fue editada, de nuevo, póstumamente, en 1898. También después de su muerte, el obispo Crescencio Carrillo y Ancona (1837-1897) publicó, bajo el título de Códice Pérez (1870), una serie de documentos sobre la historia y la cultura maya que Pérez Bermón había ido recopilando a lo largo de toda su vida.