Mariano José Sicilia fue un religioso e intelectual de ideología liberal nacido en 1777. Oriundo de Granada, desarrolló en su ciudad natal toda su actividad política, eclesiástica y cultural. Ingresó en el Colegio de San Bartolomé y Santiago para estudiar Filosofía, Sagrada Escritura y Teología en 1788. Años más tarde, ya en la Universidad, completa su formación con los títulos de maestro en Artes, licenciado en Teología y bachiller en Cánones. En los últimos años del siglo XVIII se presentó a las oposiciones de Filosofía Moral y Derecho Público de la Universidad granadina, que ganó por concurso y desempeñó hasta que, en 1803, su carrera eclesiástica lo obligó a abandonar ese puesto para ocuparse de la parroquia de Albuñol (Granada). Durante esos años universitarios, la figura de Sicilia se erigió como uno de los mayores exponentes de la intelectualidad granadina. En 1810, José I Bonaparte (1768-1844) le concedió el curato de la parroquia de Nuestra Señora de las Angustias (Granada), una decisión por la que fue investigado y, posteriormente, encarcelado al concluir la dominación francesa en 1814. Una vez superado el temor al enemigo, Sicilia regresó al ejercicio parroquial, aunque por poco tiempo, pues fue nuevamente confinado por motivos políticos al restaurarse el Antiguo Régimen. En 1818, ya en libertad, ganó por oposición el priorato de la Colegial de Baza (Granada), pero, una vez más, fue arrestado, en esta ocasión, por su vinculación con la francmasonería. La instauración del Trienio Liberal (1820-1823) liberó a los presos políticos del periodo anterior, entre ellos Sicilia, quien regresó a sus quehaceres en Baza, donde se afianzó como partidario de un liberalismo constitucional con la publicación periódica el Observador bastitano. Ante la amenaza de los Cien Mil Hijos de San Luis (1823), que supuso, además, un revulsivo para las latentes fuerzas absolutistas, Sicilia abandonó Baza en 1823 para salvaguardar su integridad, así como para unirse al último reducto liberal en Málaga. Con la caída de este, partió a Cartagena para embarcarse al exilio, concretamente a la ciudad francesa de Marsella, y, poco después, se instaló definitivamente en París. Sin rentas ni pensiones que lo ayudaran a subsistir, pasó estrecheces económicas, cuyas traducciones y obras lingüísticas pudieron aliviar. Se desconocen el lugar y la fecha de su muerte, aunque se sabe que esta le sobrevino antes de 1862.
Su obra más célebre, las Lecciones elementales de Ortología y Prosodia, es considerada la primera gran aportación a la Ortología –como disciplina– en español. En los cuatro tomos que la conforman, Sicilia sistematiza los principios ortológicos y prosódicos del español valiéndose de citas de autoridad. Por esos mismos años (1827-1828) vio la luz su Diccionario de sinónimos de la lengua castellana, compuesto por cuatro volúmenes. Las Lecciones elementales de Ortología y Prosodia se editaron nuevamente en 1832 (Imprenta Real, Madrid). De ella se publicaron dos compendios en Hispanoamérica con fines escolares: el primero, Prosodia española extractada de las lecciones de Don Mariano José Sicilia, se publicó en verso con el propósito de adecuar el contenido de esta obra a las aulas de educación primaria mexicanas; el segundo, Estracto de la obra de don Mariano José Sicilia, del que se conoce una segunda edición (Imprenta de G. Gómez, Bogotá, 1849), vio la luz poco después en Bogotá (Colombia). Tradujo obras francesas como los dos volúmenes del Diccionario analítico de economía política (Librería Americana, París, 1827) de Charles Ganilh (1758-1836) o Las aventuras del último abencerrage (Librería Americana, París, 1827) de François-René de Chateaubriand (1768-1848).