No son demasiado abundantes las noticias que poseemos del abad Jean de Vayrac. Nació en Vayrac (departamento de Lot, Francia) en 1664 en el seno de una ilustre familia de Guyena. Siendo joven se ordenó sacerdote, y debido a sus dotes pronto fue demandado como predicador en París, pero una enfermedad se interpuso en su camino. Se dedicó entonces a los estudios históricos, y a los de geografía y derecho, a la vez que aprendía idiomas para poder leer obras escritas en ellos. Aunque su aprendizaje del español fue libresco, debía conocerlo bastante bien, hasta que tuvo la oportunidad de practicarlo en nuestro país, donde pasó muchos años (en el interior de la segunda edición de su gramática dice tanto doce como trece), adonde llegó en 1701 (es probable que hiciese una estancia anterior), acompañando al nuevo monarca, Felipe V (1683-1746), en una pequeña comitiva. Junto al conde de Santisteban del Puerto (Francisco de Benavides Dávila Corella, 1645-1716) era el traductor de los documentos que se enviaban las cortes francesa y española. Junto al conde permaneció hasta 1710, y no está claro que regresara inmediatamente a Francia, antes de que enviudara el monarca y se casara, en 1714, con Isabel de Farnesio (1692-1766), lo cual produjo una limpia de franceses en la corte española. Sea como fuere, se instaló en París, donde pasó necesidades económicas que lo llevaron a enredarse en asuntos turbios, como la Conspiración de Cellemare (por el príncipe de Cellamare, Antonio del Giudice, 1657-1733, embajador de España), que tuvo lugar en 1718, y que desembocó en la declaración de guerra de Francia contra España a principios de 1719. Es posible que entre 1718 y 1730 estuviese nuevamente dos años en España. No se sabe la fecha de su fallecimiento, que fue posterior a 1732, probablemente en 1734.
Aunque Vayrac es principalmente conocido como historiador, y a esta parte de su quehacer se han dedicado numerosos trabajos, a nosotros nos interesan sus gramáticas, escritas por encargo real. La primera de ellas es la Nouvelle grammaire espagnolle (1708), en cuyos inicios figura una «Dissertation sur les grammaires espagnolles de messieurs Maunory & Sobrino», en la que se critica los manuales de estos dos autores. El contenido se distribuye en cinco partes, la primera está dedicada al número, división y pronunciación de las letras, los artículos, y las clases de nombres; la segunda trata de los pronombres, la tercera de los verbos, la cuarta de los adverbios, las preposiciones, las conjunciones y las interjecciones; y, por último, la quinta se dedica a la sintaxis, a la que siguen unas «Observations particulières sur le génie de la langue castillane», entre ellas los tratamientos, los equivalentes en las dos lenguas de diversos elementos de la lengua difíciles para los franceses.
La Nouvelle grammaire espagnolle tuvo una segunda edición en 1714, muy aumentada, en más de dos tercios de su contenido, según se dice en la portada de la obra. Tal incremento se debe no solamente a las partes que se añaden al final, sino, sobre todo, a la sintaxis, que ahora es más extensa que todo el contenido de la primera edición. No está en ella la «Dissertation» de la edición anterior, pues en el interior quedan corregidos los errores señalados allí. Figura al final un apartado titulado «Hispanismes ou façons de parler espagnoles, que l’usage a affranchies des règles de la grammaire», en la que habla de los títulos, remodelando los tratamientos de la salida anterior, y de algunos aspectos gramaticales, sin título, también rehechos. Se completa el manual con un suplemento de lo expuesto en la pronunciación de las vocales, y un novedoso método para la enseñanza de nuestra lengua, en el cual se explica cómo hacerlo con las reglas enumeradas en el manual.
La otra gramática de Vayrac es la francesa, escrita de manera paralela a la segunda edición de la gramática española, cuyo título está en español, El arte francés. Para su redacción tomó como base la primera edición de la española, pero es similar a la segunda salida de esta en la estructura y contenido, aunque siguiendo los principios del Traité de la grammaire françoise (Jean-Baptiste Coignard, París, 1706) de otro abad, François Séraphin Regnier-Desmarais (1632-1713).