Gabriel M.ª Vergara Martín fue un jurista, folklorista, etnógrafo, geógrafo, historiador, paremiólogo, lexicógrafo y catedrático de instituto; su labor intelectual lo sitúa como uno de los miembros menores de la Generación del 98. Nació en 1869 en Madrid, aunque siempre estuvo muy vinculado a Segovia, la tierra de su familia. En la capital madrileña realizó toda su formación académica, que culminó con sendos doctorados en Derecho y Filosofía y Letras en la Universidad Central. Terminados sus estudios, en 1898 y con 29 años, consiguió la plaza de catedrático de Geografía e Historia en el Instituto de Segunda Enseñanza de Guadalajara, cargo que desempeñó hasta su jubilación. Pese a trabajar en la ciudad alcarreña, continuó residiendo en Madrid; tan solo pasaba temporadas en Guadalajara durante los meses de clases regladas. Aunque nunca se sintió demasiado cómodo allí, llegó a ser director de la mencionada institución y uno de los mayores activadores de la vida cultural de esa provincia. Fue correspondiente de la Real Academia de la Historia, de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y miembro bastante activo de la Real Sociedad Geográfica y de la Sociedad Económica Segoviana de Amigos del País, además de desempeñar cargos análogos en otras academias extranjeras. Su labor investigadora y erudita es amplísima: conjugó la dedicación a las materias de su cátedra con colaboraciones periodísticas, obras legales e investigaciones filológicas. Todos estos estudios fructificaron en prolijas publicaciones, tanto en forma de obras monográficas como de artículos en la prensa generalista y en publicaciones especializadas. Durante la Guerra Civil española (1936-1939) las ciudades de Madrid y Guadalajara –Vergara Martín seguía viviendo a caballo entre ellas– quedaron en el lado republicano hasta la toma de la capital (abril de 1939) y el consecuente fin de la contienda. Durante este periodo, Vergara no se significó demasiado, lo que le permitió reincorporarse a la docencia, pese a haberse jubilado previamente, debido a la escasez de profesores existentes al final del conflicto. Finalmente, nuestro protagonista murió en Madrid el 21 de diciembre de 1948.
Dentro de su quehacer filológico destacó su afición por la paremiología y la lexicografía. Respecto a la primera, y guiado por sus intereses histórico-geográficos, se dedicó a la recopilación de cantares, refranes, proverbios, modismos, adagios… de diversas ciudades y regiones españolas. Debido a su vinculación intelectual con la Generación del 98, se centró en el área castellana. Así, llevó a las planchas títulos como los siguientes: Refranes y cantares geográficos de España (Librería General de Victoriano Suárez, Madrid, 1906); Cantares, refranes y modismos geográficos empleados en España, con relación a otros pueblos (s.i., Madrid, 1907); Diccionario geográfico popular de cantares, refranes, adagios, proverbios, locuciones, frases proverbiales y modismos españoles (Librería de los Sucesores de Hernando, Madrid, 1923), obra de la que se hizo una reedición en 2009 (Extramuros, Mairena del Aljarafe), y Algunos refranes geográficos de meteorología agrícola y de agrología referentes a los diferentes meses del año (Librería y Casa Editorial Hernando, Madrid, 1931). Estas obras no representan la totalidad de su trabajo en pro de la recolección de paremias, aunque sí son los más importantes. Cabe destacar que Vergara fue reelaborando sus obras a lo largo de toda su vida, por lo que es habitual encontrar textos con títulos parecidos, lo que ha generado numerosos problemas en la fijación de una bibliografía exacta. Por otro lado, también cultivó la labor lexicográfica mediante la recopilación del léxico de diversas provincias castellanas. Dentro de este campo destacan títulos como Materiales para la formación de un vocabulario de palabras usadas en Segovia y su tierra (Librería de los Sucesores de Hernando, Madrid, 1921), que contiene, en forma de anexo, unos Materiales para un vocabulario de palabras usadas en algunos pueblos de las provincias de Burgos y Santander. O sus Cuatro mil palabras y algunas más, de uso frecuente, no incluidas en el Diccionario de la Real Academia Española (décimo quinta edición) o que lo están en otras acepciones o como anticuadas (s. i., Madrid, 1925), que funcionan como una enmienda al repertorio académico de 1925. Además, también compuso diccionarios de sinónimos y de gentilicios, y llegó a aplicar la técnica lexicográfica a otras materias, como la geográfica. En resumen, el quehacer filológico de Vergara fue extensísimo, y –en su mayoría– se encuentra por estudiar.