El político, abogado y escritor Salustiano de Olózaga nació en Oyón (Álava) en 1805, pero dos años más tarde se trasladó con su familia a la localidad riojana de Arnedo, lugar en el que comenzó sus estudios. De de extensa carrera política e ideas liberales y progresistas, definido por Pérez Galdós como «la res más brava del progresismo», fue una figura de gran importancia en la agitada historia de España del siglo XIX. Murió en Enghien-les-Bains, cerca de París, en 1873, poco después de haber finalizado su destino como embajador español en la capital francesa.
Tras formarse en el seminario de Logroño, Olózaga estudió Filosofía y Leyes en la Universidad de Zaragoza y más tarde en la Universidad Central de Madrid (actual Universidad Complutense). En 1825 obtuvo el título de abogado en la Real Universidad de Valladolid. Dada su actividad política, en 1831 tuvo que exiliarse en Francia, primero en San Juan de Luz y después en Bayona y París. Dos años más tarde, en 1833, volvió a España y formó parte de la comisión ocupada de revisar el Código Mercantil. Bajo el gobierno de Juan Álvarez Mendizábal (1790-1853, presidente interino del gobierno entre 1835 y 18369 fue nombrado gobernador civil de Madrid, y desde 1836 hasta 1873 fue elegido sucesivamente diputado, primero por Madrid y después por la ciudad de Logroño. Olózaga participó en la elaboración de la Constitución de 1837 (y más tarde también de la de 1869) y fue nombrado ayo instructor de Isabel II (1830-1904, reina entre 1833 y 1868). En 1840, con el general Baldomero Espartero (1793-1879, regente del Reino entre 1840 y 1843) en el poder, fue designado embajador en París, cargo que ocupó nuevamente en 1854 y 1869. En 1843 fue nombrado presidente del Consejo de Ministros, pero fue destituido, acusado de haber coaccionado a la reina para firmar el decreto de disolución de las Cortes. Como consecuencia de ello, hubo de exiliarse nuevamente hasta 1848, año en que regresó a España.
Olózaga ingresó en la Real Academia de Historia en 1853 y formó parte de la Academia Matritense de Jurisprudencia y Legislación, que presidió en 1863. Asimismo, fue miembro del Ateneo y ocupó el cargo de consiliario en su Junta Directiva bajo la presidencia del Duque de Rivas (1791-1865). Ingresó en la Real Academia Española el 3 de abril de 1871, con un discurso titulado Tropiezos y dificultades en el uso de la lengua castellana que fue contestado por Juan Eugenio Hartzenbusch (1806-1880).
Hábil orador, como prueban sus numerosos discursos parlamentarios, fue además autor de varias obras, principalmente de carácter jurídico y político: Historia política de Aragón (1853), De la beneficencia en Inglaterra y España (1864), Estudios sobre elocuencia, política, jurisprudencia, historia y moral (1864).