Francisco de Paula Canalejas y Casas, abogado, catedrático y literato español del siglo XIX, nació en Lucena (Córdoba) en 1834 y murió en Madrid en 1883. Hijo de José Canalejas (1800-1873) y tío de José Canalejas Méndez (1854-1912), el que sería varias veces ministro y posteriormente presidente del Consejo de Ministros. Desde muy joven se establece en Madrid con su familia, donde realiza sus estudios en el Instituto de San Isidro y se licencia en las carreras de Filosofía y Letras (1856) y Jurisprudencia (1857) en la Universidad Central. Comienza ahí su largo recorrido como docente ya que en ese mismo año es nombrado catedrático auxiliar de la Facultad de Filosofía y Letras por orden del rector, recibiendo el grado de Doctor en 1858 con su discurso Ley de relación interna de las ciencias filosóficas. Por oposición, en 1860, gana la cátedra de Literatura general en la Universidad de Valladolid, de donde regresará a la de Madrid como catedrático supernumerario en 1862. Al año siguiente, también por oposición, gana la cátedra de Principios generales de Literatura, y Literatura española, que desempeñará hasta 1872, en que fue trasladado a la de Historia de la Filosofía en el grupo del Doctorado. Al margen de la docencia, desempeña también la jurisprudencia desde su bufete, cuyo ejercicio le proporciona un gran renombre distinguiéndose como jurisconsulto en la comisión de códigos de la que forma parte. Y figura como político en las Cortes republicanas de 1873. Parece que en aquella época se niega a aceptar una cartera ministerial en el gobierno ofrecida por su amigo Emilio Castelar (1832-1899), presidente de este. Será, durante más de dos décadas, uno de los personajes más activos en el Ateneo de Madrid, dirigiendo la sección de Literatura. El último acto público al que asiste, muy debilitado ya por una enfermedad crónica, fue la recepción de su amigo Castelar en la Real Academia Española.
En cuanto a su labor filológica, podemos destacar algunas de sus obras de renombre sobre filosofía, política y literatura como Curso de Literatura general (t. I, Imprenta La Reforma, Madrid, 1868; t. II, Imprenta de Manuel Minuesa, Madrid, 1869), Estudios críticos de filosofía, política y literatura (Carlos Bailly-Baillière, Madrid, 1872), Introducción al estudio de la filosofía platónica (Imprenta de la Biblioteca de Instrucción y Recreo, Madrid, 1875), Las doctrinas del doctor iluminado, Raimundo Lulio, 1270-1315 (Imprenta de la Sociedad Española de Crédito Comercial, Madrid, 1870) o Los poemas caballerescos y los libros de caballerías (Imprenta Central, a cargo de V. Sáez, Madrid, 1870), entre otras. Sin embargo, su contribución filológica estuvo siempre muy vinculada a su entrada en la Academia Española y ha quedado constancia de sus concomimientos a partir sus discursos pronunciados. Entre ellos, es fundamental hacer mención a Las leyes que presiden a la lenta y constante sucesión de los idiomas en la historia indoeuropea, discurso con el que tomó posesión en la Academia en la ceremonia de recepción pública celebrada el 28 de noviembre de 1869, y contestado protocolariamente por don Juan Valera (1824-1905); así como el Discurso de contestación al ingreso de don Agustín Pascual (1818-1884) en la Academia Española, sobre Las lenguas germánicas.