Fernando Lázaro Carreter fue filólogo y director de la Real Academia Española. Nació en 1923 en Zaragoza. Tras realizar el bachillerato en el Instituto Goya (1934-1941), y los dos primeros años en la Facultad de Filosofía de la Universidad de su ciudad natal, estudió Filología Románica en la Universidad de Madrid (1943-1945), en la que inició su carrera docente. En 1947, obtuvo el título de doctor en esta Universidad con una tesis sobre Las ideas lingüísticas en España en el siglo XVIII. Dos años más tarde consiguió la cátedra de Gramática General y Crítica Literaria en la Universidad de Salamanca, en la que llevó a cabo su actividad docente durante más de dos décadas, además de ser decano de la Facultad de Filosofía y Letras (1962-1968). En 1970, se incorporó a la Universidad Autónoma de Madrid como catedrático de Lengua Española. En 1972 ingresó en la Real Academia Española (silla R) con un discurso titulado Crónica del Diccionario de Autoridades. Dirigió la Institución entre 1991 y 1998. En 1978 pasó a ocupar la cátedra de Gramática General y Crítica Literaria (después, Teoría de la Literatura y Literatura Comparada) en la Universidad Complutense de Madrid, donde permaneció hasta su jubilación, en 1988. Falleció en Madrid en 2004.
Sus investigaciones se centraron en el ámbito lingüístico y literario. Entre las literarias cabe citar Moratín en su teatro (Universidad de Oviedo, Oviedo, 1961), Teatro medieval (Editorial Castalia, Madrid, 1965), Estilo barroco y personalidad creadora: Góngora, Quevedo, Lope de Vega (Anaya, Salamanca, 1966), Lazarillo de Tormes en la picaresca (Ariel, Barcelona, 1972), etc. Asimismo, a él se deben numerosos manuales de lengua y literatura destinados a la enseñanza media (entre los que se debe destacar Lengua Española. Historia, teoría y práctica), que instruyeron a varias generaciones de estudiantes. Lázaro Carreter escribió algunas obras teatrales publicadas bajo seudónimo.
Uno de sus primeros trabajos versó sobre el habla de Magallón (Zaragoza) –localidad de la que era originaria su familia–, El habla de Magallón, en el que siguió los principios de la dialectología de la época, y con el cual contribuyó al conocimiento de las hablas aragonesas. De mayor trascendencia ha sido su tesis doctoral, Las ideas lingüísticas en España durante el siglo XVIII, obra de enorme interés para la historiografía lingüística del español y de España, en la que presentaba un panorama inédito sobre nuestro siglo XVIII, más tarde completado con la Crónica del Diccionario de Autoridades, fundamental para el conocimiento de la historia de la Real Academia, pues muestra una crónica detallada sobre el proceso de elaboración y publicación de los seis volúmenes del primer repertorio académico, basándose en la actas de la Institución. Su Diccionario de términos filológicos, con varias ediciones y reimpresiones, ha sido durante décadas la guía para entender los avances en la lingüística a través de su terminología específica. En 1997 obtuvo gran popularidad gracias a sus artículos recopilados en El dardo en la palabra, en los que iba corrigiendo los errores más comunes en la lengua hablada y escrita; de su éxito hablan las varias ediciones que ha tenido y la segunda recopilación de estos artículos de prensa, El nuevo dardo en la palabra. Sus artículos de lingüística más importantes publicados antes de 1980 fueron recopilados en Estudios de lingüística.