Antonio Alverá Delgrás, nació en Madrid en 1815 y fue bautizado con el nombre de Antonio Delgrás Rezano. Recibió una ayuda gubernamental que le permitió instruirse en el Real Conservatorio de Música, ya que, al quedar huérfano y pertenecer a una familia humilde, no podía sufragar los gastos de su educación. Fue escritor de reales cédulas y maestro de la Escuela Normal Central, tras haberse iniciado en el ejercicio de la docencia en escuelas privadas. Perteneció a la Academia Literaria y Científica de Profesores de Instrucción Primaria, de la que fue presidente electo. Falleció en Arcos de Medinaceli (Soria) en 1862.
Buena parte de la producción de Alverá Delgrás es didáctica. Como maestro, publicó el Alfabeto ingenioso recreativo, con bonitos grabados propios para cautivar la atención de los niños (Imprenta de S. Saunaque, Madrid, 1849) y el Nuevo arte de aprender y enseñar a escribir la letra española […], cuyos ejercicios prácticos se imprimieron por separado: Completa colección de muestras de letra española […]. Además de los principios teóricos propios de los artes de escribir, el Nuevo arte incluía datos históricos sobre la disciplina, así como nociones de Geometría para la elaboración de caracteres. A partir de él, redactó el Compendio del arte de escribir […], destinado a servir de manual para los alumnos, y el Discurso sobre la caligrafía española […]. De su Nuevo arte […] se imprimieron hasta cinco ediciones en la segunda mitad del siglo XIX, todas ellas en la imprenta de José Rodríguez (Madrid). Apelando a un grupo de lectores más amplio, dio a luz un método que buscaba la rapidez tanto en el aprendizaje como en la ejecución: Caligrafía popular. Método abreviado para aprender a escribir la letra española cursiva en treinta lecciones […] y Cuadernos autografiados para aprender y enseñar a escribir cursivo con velocidad y ortografía […]. Este último era un libro de carácter enciclopédico con varios propósitos, a saber, la enseñanza de la lectoescritura y la corrección ortográfica. El Nuevo catón fue otra obra con pretensiones totalizadoras, aunque, en esta ocasión, en cuanto a la temática, pues el objetivo principal era enseñar a leer. Como calígrafo, redactó unas Muestras de letra inglesa, gótica y redonda hechas a mano no grabadas (Librería de Hernando, Madrid, 1856) y un Compendio de paleografía española, o Escuela de leer todas las letras que se han usado en España desde los tiempos más remotos hasta fines del siglo XVIII. Ilustrada con 32 láminas en folio, ordenadas en 4 cuadros murales, escritas y autografiadas por el mismo autor. Obra utilísima a cuantos se dediquen a las carreras del profesorado, de diplomática o del notariado, indispensable a los jueces, escribanos, revisores de letras, abogados, archiveros, anticuarios, etc. Escrita expresamente con arreglo al programa aprobado para el curso especial de esta asignatura en la escuela normal central, y para que sirva de texto en todas las escuelas de la Península y dominios españoles (Imprenta de Anselmo Santa Coloma, Madrid, 1857). Fundó dos revistas, La Academia y la Revista de instrucción primaria, contrarias a la institución a la que posteriormente pertenecería, la Escuela Normal. Además, publicó obras de materias muy diversas: Economía y Aritmética, Religión e, incluso, literatura dramática.