Lorenzo Ignacio Thiulen —cuyo nombre de bautismo fue Birger Lars Thjulén— fue un religioso e intelectual sueco, activo en los Estados Pontificios durante el último cuarto del siglo XVIII y el primer tercio del XIX. Nació en la ciudad de Gotemburgo (Suecia) en 1746. Pese a la temprana muerte de su padre, la acomodada posición de su familia permitió que recibiera una esmerada educación. En 1767, cuando contaba con 21 años de edad, abandonó su casa y decidió trasladarse al cosmopolita Cádiz dieciochesco, donde pensaba establecerse como comerciante y ocupar algún cargo diplomático. Poco tiempo permaneció en aquella ciudad andaluza, pues —ante la ausencia del cónsul sueco— decidió embarcarse en una nave con bandera de su país que trasladaba a los jesuitas expulsados de la Nueva España a Córcega. Tras unos meses en dicha isla, donde convivió estrechamente con los religiosos ignacianos, decidió dar a su vida un cambio radical. Así, abandonó sus veleidades mercantilistas, abjuró de su fe luterana y decidió asentarse en los Estados Pontificios. Primero residió en Ferrara, donde abrazo el catolicismo de forma solemne, y después de avecindó en Bolonia, ciudad en la que se ordenó como jesuita en 1770 (momento en el que incorporó el Ignacio a su antropónimo) y de la que hizo su hogar durante el resto de su vida. Cabe destacar que la Compañía de Jesús fue disuelta en los Estados Pontificios en 1773, con lo que nuestro protagonista solo pudo militar en esa congregación durante tres años. Sea como fuere, en la capital emiliaromañola, estudió Filosofía y vivió consagrado a numerosas tareas intelectuales y eruditas. Intentó en varias ocasiones regresar a su Suecia natal, incluso probó a hacerlo como legado pontificio, pero diversas vicisitudes políticas en ese país se lo impidieron. Finalmente, Lorenzo Ignacio Thiulen falleció en Bolonia en 1833.
La producción escrita de este autor se centró en la descripción de la política y de la cultura italiana y francesa de la época. Su quehacer filológico, escaso y subsidiario de su interés por los enormes cambios de la Europa de finales del siglo XVIII, se concretó en la composición de su Nuovo vocabulario filosofico-democratico per […] intendere la nuova lingua rivoluzionaria, que apareció 10 años después del inicio de la Revolución Francesa. Esta obra, escrita originalmente en italiano —como la inmensa mayoría de los trabajos de su autor—, fue un gran éxito editorial. Por este motivo, se realizaron numerosas ediciones y traducciones a las principales lenguas modernas, y quedó convertido en un texto de referencia para la Europa del Sur e Iberoamérica. En el caso de España, la primera edición traducida apareció en Sevilla (Viuda de Vázquez, 1813) bajo el título de Nuevo vocabulario filosófico-democrático para todos los que deseen entender la nueva lengua revolucionaria y fue realizada por Francisco de Paula Miconi y Cifuentes, II marqués de Méritos (1735-1811). Pese a que se postula que la traducción se realizó en Cádiz, parece que se pretirió esa ciudad a la hora de llevar el texto a la prensa debido a su ideología contraria a las ideas constitucionales. Y es que esta es una obra cargada de ideología. Resulta curioso que Thiulen, defensor del ideario antiguorregimental, no puso en el centro de su diana a los filósofos o a los revolucionarios, sino a los demócratas; motivo claro por el que el texto no se imprimió en la urbe gaditana. La ordenación de los 122 artículos que componen el texto de esta primera traducción al español no es alfabética, sino temática. Cabe apuntar que las ediciones españolas siguientes, como la de 1823 (Santarén, Valladolid), fueron el resultado de nuevas traducciones, y salieron al mercado con pequeñas variaciones en el título y algunas adiciones de artículos, pero con la misma carga ideológica.