Norberto Pinilla, pedagogo, crítico literario, periodista y escritor chileno, nació en 1902 en Galvarino, pueblo chileno en la provincia Cautín. Muy implicado en la vida intelectual de su país, desempeñó diversos cargos públicos: miembro de la Alianza de Intelectuales de Chile, Sociedad de Amigos del Arte, Sociedad Nacional de profesores, Sociedad de Escritores de Chile, de la Comisión Chilena de Cooperación Intelectual o de la Liga de estudiantes pobres. Como docente en la Universidad de Chile, fue profesor de español en el Instituto Pedagógico, de Estética de la facultad de Bellas Artes y de Literatura chilena en el Instituto Pedagógico Técnico. En su fecunda labor de crítico literario, se ocupó de realizar diversas antologías, estudios y traducciones. Destacan sus trabajos sobre García Lorca (1898-1936) y Gabriela Mistral (1889-1957). Por afinidad intelectual y estética, se le considera miembro de la Generación de 1920, junto a escritores como Pablo Neruda (1904-1973). Murió en 1946 con tan solo 44 años, cuando preparaba una historia de la poesía de Chile.
Sus obras, en particular La generación chilena de 1842 (Editorial Manuel Barros Borgoño, Santiago de Chile, 1943) y La controversia filológica de 1842 (1945), son fundamentales para conocer la historia de su país, desde un punto de vista lingüístico, literario y político-cultural. Por este orden temático, La controversia filológica de 1842 se hacía eco de la encendida polémica surgida en el periódico El Mercurio a raíz de la publicación del lexicón inconcluso "Ejercicios populares de lengua castellana" (1842) a cargo de Pedro Fernández Garfias (¿?-1826-1842-¿?), obra en la que el autor censuraba determinados vocablos y proponía corregir algunos arcaísmos. Algunos lectores afirmaron que ciertas voces que censuraba Fernández Garfias eran de uso común entre las gentes cultas de Chile. Más allá de la polémica, la controversia reflejaba la variación diatópica del léxico chileno frente al peninsular e hizo reflexionar sobre la cuestión de quién era responsable del (mal) hablar del pueblo, si las mujeres, como defendía Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888) o las élites, según defendía Andrés Bello (1781-1865), autores mencionados nuevamente por Pinilla a propósito de la galicalización del español. Otra preocupación de Pinilla era que el lenguaje de esa época presentaba carencias tanto fonética como lexicográficamente, aunque el progreso hasta el momento que escribe la obra (un siglo después, en 1945) fuese relativo. Sostenía al respecto que la prensa debe desempeñar un papel importante en la labor de corrección. Respecto a las cuestiones literarias, Pinilla defiende que la literatura es la expresión de la sociedad y contribuye, por tanto, al progreso científico y cultural, por lo que se impone conocer la historia literaria nacional chilena, si bien hace constar que desde 1842 el avance de la literatura nacional no es aún significativo. Toda esta discusión pasaba por la polémica entre romanticismo y clasicismo, que suscitó un interesante debate, enriquecedor para las letras de Chile. En La generación chilena de 1842 ofrece un excelente panorama, imparcial y documentado, de la historia política y cultural de su país.