Vida
Ramón de Campoamor y Campoosorio nació en Navia (Asturias) en 1817. Aunque su primer apellido era Pérez, adoptó el segundo de su padre, Miguel Pérez Campoamor al que añade la preposición de. Inició sus estudios en 1826 en Puerto de Vega, cerca de su lugar de nacimiento y posteriormente cursó Filosofía en Santiago de Compostela. En 1835 se instala en Madrid para cursar Medicina, pero pronto abandonó la ciencia para convertirse en un hombre de letras. Publicó varias de sus composiciones poéticas en revistas como No me olvides, El Alba, Las Musas, Siglo XIX y El Panorama. En 1837 se fundó el Liceo Artístico Literario madrileño donde trabó amistad con Espronceda, Zorrilla o Pastor Díaz entre otros, con los que se reunía semanalmente. Publicó su primer poemario titulado Poesías en 1840, rebautizado como Ternezas y flores, al que siguieron Ayes del alma y Fábulas, ambos en 1842.
En 1846 publicó Doloras, nombre inventado por Campoamor, que en 1925 incorpora el DRAE como «Breve composición poética de espíritu dramático, que envuelve un pensamiento filosófico sugerido generalmente por los contrastes de la vida o las ironías del destino, etc.». En la 23.ª edición del DLE en línea figura como «Breve composición poética creada por el escritor español Ramón de Campoamor, que encierra una enseñanza moral», donde deja claro el nombre del creador de dicho género. Ocupó varios cargos políticos, tales como gobernador de Alicante (1849), de Valencia (1953) y oficial en la Secretaría del Ministerio de Hacienda (1854).
En 1862 fue nombrado académico de la Real Academia de la Lengua con el discurso titulado La metafísica limpia, fija y da esplendor al lenguaje. Campoamor considera que la misión principal de la Academia es la de sistematizar el idioma, haciéndolo sencillo. A tal efecto, señala la importancia de la Filosofía aplicada a la lengua, puesto que el grado de civilización de los pueblos se corresponde con la altura de su lenguaje. Para Campoamor, la Metafísica no es más que la ciencia del pensamiento y el pensamiento es el hombre, de manera que no pueden ser independientes las reglas del idioma de las ciencias del pensamiento. Destaca la importancia de la Filosofía como uno de los hechos que enlazan con la idea de esencia y señala que donde no impera la Filosofía reina el filosofismo que no es más que un orden de cosas. Según él, lamentablemente los poderosos han sustituido a la Filosofía con el filosofismo. Como el autor apunta, la mayoría de los intelectuales sufre lo que denomina «tisis intelectual» que ha permitido que se introduzca en la literatura el novelismo moderno, exactamente lo que representa para él el filosofismo, puesto que sin la Filosofía no tienen sentido ni la política, la historia, la economía, el derecho o las artes, por tanto, no saber Metafísica es no saber nada. Defiende con vehemencia el estudio de la Metafísica para entender al hombre y entender la lengua. En la contestación al discurso de Campoamor, Roca hace un repaso no solo a las ideas de Campoamor en torno a la Filosofía y la Metafísica sino también a través de su obra, que ejemplifica con numerosos poemas, desde sus inicios y deteniéndose especialmente en las doloras a las que relaciona con la obra de poetas de todos los tiempos concluyendo que la poesía es la que ha enseñado a Campoamor el camino de la Filosofía.
A partir de 1874, tras las Restauración monárquica y el gobierno de Cánovas del Castillo, volvió a la primera línea de la política. Su vida tampoco estuvo exenta de polémicas, por ejemplo, sobre el krausismo al que atacó en el prólogo del poemario Dudas y tristezas (1875) de Manuel de la Revilla; sobre la originalidad y el plagio con motivo del estreno de su drama Así se escribe la historia (1875) que fue aclamado por su originalidad en el diario La época mientras que El Globo. Diario ilustrado lo acusó de plagio de Víctor Hugo; o sobre la metafísica y la poesía con Juan Valera, polémica que se publicaría 1890 con el título La metafísica y la poesía: Polémica/ por don Ramón de Campoamor y don Juan de Valera. En 1886 publicó Humoradas, una serie de poesías muy breves. En 1892, el teatro de Oviedo, adoptó el nombre de Teatro Campoamor, por iniciativa de Clarín, por entonces concejal en el Ayuntamiento de la ciudad, para honrar a su primer poeta contemporáneo. Falleció en Madrid en 1901.