María Luisa Padilla, hija de Martín de Padilla y Manrique, conde de Santa Gadea, y de la condesa de Buendía Luisa de Padilla, nació en Burgos en 1590. Tras sus primeros años de formación en el monasterio de la Concepción de San Luis, se casó en 1605 con el conde de Aranda, Antonio Jiménez de Urrea, convirtiéndose así en condesa de Aranda. El matrimonio pasó gran parte de su tiempo en la Villa de Épila dedicado a la lectura y las a investigaciones históricas. Se dice que tuvieron siete hijos: cuatro varones y tres féminas, aunque se cree que todos ellos murieron tempranamente debido a que, antes de morir, María Luisa redactó unos consejos dirigidos a su marido en los cuales le anima a contraer matrimonio de nuevo para conseguir una descendencia antes de su muerte. Finalmente, la condesa de Aranda falleció en Épila el 2 de julio de 1646 y fue enterrada en el convento de religiosas Descalzas de la Purísima Concepción.
María Luisa, noble de cuna, defendió la restauración religiosa, política y social de la aristocracia, que veía perder su poder en favor de otras clases sociales, a través de la razón, la cultura y el buen hacer, alejándose así de la ociosidad y del vicio a los que, con frecuencia, se les asociaba. Por esta razón y al contrario que el resto de las escritoras de la época, no se inclinó por la poesía, sino que prefirió cultivar temas morales y religiosos. Publicó seis obras entre 1637 y 1644, si bien destaca su Nobleza virtuosa. Sus dos primeras obras están firmadas por fray Pedro Enrique Pastor, pero en la dedicatoria de la tercera obra decide revelar su identidad y, a partir de 1640, hacer constar sus apellidos en las portadas de sus obras.
Los textos de María Luisa Padilla (Nobleza virtuosa, 1637; Noble perfecto y segunda parte de la Nobleza virtuosa, 1639; Lágrimas de la nobleza, 1639; Elogios de la verdad e invectiva contra la mentira, 1640) están dedicados a la restauración de los principios morales y religiosos de la nobleza y a la defensa del matrimonio y la castidad (Excelencias de la castidad, 1642).
Su presencia en la BVFE se debe a la cuarta y última parte de Nobleza virtuosa, Idea de nobles y sus desengaños en aforismos (1644), en donde, a partir de máximas o sentencias, intenta culminar y definir el verdadero prototipo de noble.