José Manuel Aicardo Fernández fue un religioso, crítico literario y lexicógrafo aficionado español, activo desde finales del siglo XIX y durante los primeros tres decenios del XX. Nació en Jerez de la Frontera (Cádiz), en 1861, en el seno de una acomodada familia venida a menos. Tras el fallecimiento del padre –acaecido cuando nuestro protagonista contaba apenas con cuatro años de edad–, su madre tuvo que hacer verdaderos esfuerzos para sacar adelante a su prole; así, el joven José Manuel aprendió en Jerez las primeras letras y comenzó a despertar en él una profunda vocación religiosa. Al cumplir los 15 años, en 1876, momento en el que los jesuitas –por orden de Cánovas (1828-1897) y durante diez meses– fueron expulsados de España por su apoyo a las tropas guipuzcoanas de Carlos de Borbón Austria-Este (1848-1909) durante la Tercera Guerra Carlista (1872-1876), el jerezano entró en el seminario ignaciano de Poyanne (Las Landas, Francia), junto a otros correligionarios expulsados de España, donde realizó los votos y comenzó a estudiar Humanidades; sin embargo, tras la expulsión de la Compañía del país galo (1879), se trasladó, tras un breve paso por Madrid, al noviciado de Murcia y se propuso –pese a su juventud y desde profundas convicciones conservadoras– reconstruir la estructura de la orden en España. A comienzos del decenio de 1880, instalado en Oña (Burgos), cursó el trienio en Filosofía, que cumplimentó con brillantes calificaciones, después marchó al colegio de Ditton (Inglaterra), donde tenía su teologado en el exilio la provincia alemana; ya sacerdote (1891), terminó su formación en Manresa (Barcelona). Completamente cualificado, comenzó el desempeño de la docencia y de la predicación en diversos colegios jesuíticos repartidos por toda la geografía española: Granada, Villafranca de los Barros (Badajoz), Madrid, Málaga, Almería, Madrid –nuevamente–, Córdoba y, finalmente y hasta su muerte, de nuevo en Málaga. Durante esta etapa de continuos traslados, además de dedicarse a las labores ya citadas –junto a la protección de la infancia desvalida–, centró sus energías, desde una perspectiva muy radical (marcada por su devenir vital y los constantes ataques a su orden) en la defensa cerval de la doctrina de Ignacio de Loyola (1491-1556), actitud que lo llevó a polemizar incluso con jerarcas de su congregación. José Manuel Aicardo Fernández, tras una intensa vida, en la que los trabajos intelectuales y eruditos ocuparon un relevante papel, murió en Málaga, con 71 años, en 1932.
La obra escrita de nuestro autor es, fundamentalmente, de contenido teológico y doctrinal. En el campo de Filología, destacan sus estudios (elogiosos) sobre Lope de Vega (1562-1635) y sus trabajos (desdeñosos) sobre la literatura española contemporánea. Aicardo, en consonancia con esa reivindicación de lo tradicional, también realizó trabajos lexicográficas: dentro de este quehacer, compendió un notable repertorio de vocablos y frases castizas, arrinconadas –en su opinión– por la influencia de las lenguas vecinas y por «la ignorancia y la audacia de los [autores] modernistas», sacadas de textos del periodo áureo y, en aquel momento, de uso dialectal. Su repertorio, titulado Palabras y acepciones castellanas omitidas en el diccionario académico. Primer millar, es un verdadero diccionario de autoridades, pues, el uso de cada una de las voces, después de su caracterización gramatical, viene sancionado por fragmentos de diversas obras y autores, con las queda certificado su correcto empleo y significación.