Agustín Bernardo Álvarez del Pato y Castrillón Rodríguez fue un eclesiástico, filólogo y traductor español, activo desde finales del siglo XVIII hasta mediados de la centuria siguiente. Nació en 1758, dentro de una familia hidalga del concejo de Illano, situado en el curso medio del río Navia, en el occidente asturiano. Los datos que poseemos sobre los primeros años y la formación de este autor son limitados: existe constancia de que la familia se instaló en Madrid y comenzó a relacionarse con destacados miembros de la corte de Carlos III (1716-1788, rey de España desde 1759), entre ellos, con Felipe García de Samaniego (1729-1796), académico y secretario general de la cortesana Oficina General de Interpretación de Lenguas Extranjeras; el joven Agustín quedó bajo la protección de este personaje, a cuyo auspicio aprendió varios idiomas y se ordenó sacerdote. En 1796, tras la muerte de su padrino, el asturiano ocupó por breves meses la dirección de la mencionada oficina, hasta que fue sustituido por Leandro Fernández de Moratín (1760-1828). En los años finales del siglo XVIII, despojado de su puesto en la administración cortesana, malvivió en Madrid como prestamista y, en 1800, regresó al solar de sus mayores, donde se dedicó a administrar patrimonios y trabajó en el ayuntamiento de la localidad de Illano. En 1810 figuró como uno de los 17 diputados que se reunieron en Luarca para conformar la Junta de Defensa de Asturias y para coordinar la lucha contra las tropas napoleónicas; entre 1814 y 1833, gracias al prestigio adquirido por su oposición a los franceses, desempeñó diversas tareas, religiosas y civiles, en el Principado. Nuestro autor falleció en su localidad natal, en 1843, con 85 años de edad.
Álvarez Pato llegó a dominar a la perfección varias lenguas –latín, francés, italiano, catalán y portugués– y, durante su etapa en la Oficina de Interpretación de Lenguas Extranjeras, compuso un repertorio, denominado Diccionario de los nombres propios de hombres y mugeres, en las quatro lenguas castellana, latina, francesa e italiana, como herramienta complementaria a las labores de la traducción. Esta obra recoge, a cuatro columnas (una por cada idioma), unos 2000 antropónimos, tanto masculinos como femeninos.