Eusebio Arias de la Vega fue un religioso y lexicógrafo ecuato-peruano activo durante el siglo XIX. Las fechas exactas de su nacimiento y muerte son desconocidas, igual que gran parte de los hechos que mediaron entre ambas. El futuro fraile franciscano nació en la localidad de San Juan Bautista de Ambato (Tungurahua, Ecuador) en una fecha indeterminada de finales del siglo XVIII. La familia –se desconoce cuándo y por qué– se trasladó y asentó en la vertiente oriental de los Andes peruanos, cerca de Lima. Hay que tener en cuenta el momento histórico coetáneo a estos hechos: los estertores de la dominación virreinal española, lo que condicionaba, por un lado, la carencia –aún– de fronteras nacionales en esos territorios, realidad que garantizaba una mayor libertad en el desplazamiento de la población, y, por otro, el contexto concreto del Viejo Perú como último bastión de la Corona española en Sudamérica, situación que permite suponer que fray Eusebio sintió muy de cerca el aliento de la guerra –la decisiva batalla de Ayacucho tuvo lugar en 1824–. Con este telón de fondo, nuestro autor se formó y ordenó sacerdote en el convento de Santa Rosa de Ocopa, cercano a la ciudad de Concepción (provincia de Concepción, departamento de Junín, Perú), entre finales del decenio de 1810 y principios del siguiente, cuando esta zona todavía seguía luchando por su independencia. Conseguida la emancipación, Arias es destinado en 1823 –las nuevas autoridades de esa república se apoyaron en las órdenes religiosas para la penetración en las zonas más recónditas de la nación, pues la población indígena estaba más acostumbrada al trato con misioneros– a la región amazónica del país, en concreto a Tarapoto (departamento de San Martín), donde desarrollará una labor doble: religiosa, articulada en torno a la evangelización de la población, y civil, basada en la difusión de los derechos que el nuevo gobierno ofrecía a las poblaciones aborígenes. Residió y se desempeñó durante 45 años como párroco de Tarapoto y como vicario de las misiones de Marañón (departamento de Loreto).
Durante los primeros años de existencia del estado peruano, la nueva administración encargó a los religiosos instalados en el extremo más occidental y lejano de país la enseñanza de las lenguas española –primero– y quechua –después– a la población indígena; parece que el texto manuscrito, Bocabulario de lengua pana y seteva, dos tipos de la lenguas de la familia pano habladas en la Amazonía peruana, se inserta dentro de esta corriente. Se trata de un vocabulario monodireccional español-lenguas pano que incluye, como colofón, unas breves notas fonéticas y sintácticas sobre esas lenguas. En la actualidad, este manuscrito se conserva en el depósito de la biblioteca de la Universidad de Harvard.