Claudio Bachiller y Rosillo, pseudónimo de Pedro Mariano Estala Ribera, nació en Daimiel (Ciudad Real) en 1757. Se cree que comenzó sus estudios en su villa natal, pero a los 14 años, pudo ser enviado a Almodóvar del Pinar o a Madrid. Esta última hipótesis cobra fuerza con los testimonios que existen sobre la amistad que unió, desde niños, a Pedro Estala y a Leandro Fernández de Moratín (1760-1828), quien estudió en la capital. En 1774 ingresó en la Orden de las Escuelas Pías, en cuyos centros ejerció la docencia. Fue profesor de Humanidades en el Colegio de San Fernando (Madrid) entre 1778 y 1788, año en el que le conceden la cátedra de Retórica y Griego en el Seminario Conciliar de San Carlos (Salamanca). Tras solicitar la secularización, se instala en Salamanca en 1788, aunque no es la primera vez que se sitúa a Estala en esta ciudad, pues, desde muy joven, mantuvo una estrecha relación con el obispo salmantino, Felipe Bertrán –o Beltrán– (1704-1783). En 1790 dimite para desplazarse a Madrid, donde se presenta a las oposiciones publicadas para los Reales Estudios de San Isidro, concretamente a la cátedra de Poética. No le fue concedida, por lo que, ante la falta de perspectiva profesional, probó suerte en la biblioteca de esa misma institución. Empezó en la sección de manuscritos de la Biblioteca de los Reales Estudios en 1792, elaborando índices durante seis años; en 1798, ascendió a segundo bibliotecario y, en 1803, pasó a ocupar el cargo de primer bibliotecario. Dos años más tarde, fue nombrado canónigo de la catedral de Toledo. Al igual que muchos otros ilustrados, Pedro Estala no se opuso a la presencia francesa, sino que se posicionó a favor de José I Bonaparte (1768-1844), en El Imparcial o Gaceta Política y Literaria. Su condición de afrancesado le costó el embargo de sus bienes y de sus rentas como canónigo y primer bibliotecario de los Reales Estudios; si bien, por su adhesión a la causa francesa, recibió compensaciones económicas, la Orden Real de España y fue nombrado director de la imprenta del Gobierno. En 1812, las mermadas fuerzas francesas se trasladaron a Valencia y, con ellas, Estala, quien dirigió el Diario de Valencia durante un breve periodo, pues, tras un fallido intento de recuperar el control sobre la Península, depusieron las armas y regresaron a Francia en 1813. La represión contra los afrancesados se recrudeció con la llegada de Fernando VII (1784-1833, rey de España en 1808 y en 1814-1833, salvo un breve periodo en 1823) en 1814, por lo que Estala, tras una estancia en Peñíscola en condiciones lamentables, decidió exiliarse en Francia. Aquejado de hidropesía y de una úlcera en una de sus piernas, falleció en Auch (Francia) en 1815.
Tradujo importantes obras griegas: Edipo tirano, tragedia de Sófocles, traducida del griego en verso castellano, con un discurso preliminar sobre la tragedia antigua y moderna (Imprenta de Sancha, Madrid, 1793) y El Pluto, comedia de Aristófanes, traducida del griego en verso castellano. Con un discurso preliminar sobre la comedia antigua y moderna (Imprenta de Sancha, Madrid, 1794). Bajo el pseudónimo de El Censor Mensual, publicó críticas literarias regularmente en el Diario de Madrid. Colaboró, además, en grandes empresas editoriales, como en la traducción del francés de la Enciclopedia metódica (Antonio de Sancha, Madrid, 1788), además de hacerse cargo de otras en solitario, como la edición corregida y anotada que publicó de El viajero universal o Noticia del mundo antiguo y nuevo en 43 volúmenes (Fermín Villalpando, Madrid, 1795-1801). En cuanto a las obras de tema lingüístico, dejó un tratado crítico sobre ortografía española firmado con el pseudónimo de Claudio Bachiller y Rosillo para evitar la censura que pudiera ocasionarle su faceta de crítico en la prensa madrileña. En él, apoyándose en ejemplos recabados mediante la observación, denuncia la incompetencia ortográfica de los escritores de inscripciones y letreros públicos, así como la necesidad de una reforma del sistema –incluyendo en este punto a la Academia–, con un tono mordaz e irónico.