Rafael María Baralt nació en Maracaibo (Venezuela) en 1810, pero muy pronto la familia se trasladó a Santo Domingo –patria de su madre– como consecuencia de las guerras de independencia de Venezuela, de donde regresó a Maracaibo en 1821. En 1826 un tío suyo lo llevó a Bogotá para que realizara sus estudios superiores, licenciándose en 1830. De nuevo en Venezuela tomó parte activa en la política, especialmente a través de la prensa, y durante unos años en la milicia. Fue el primer licenciado de la Academia Militar de Matemáticas (1836). En 1840 viajó a París, y en 1841 abandona su país para instalarse en Londres, primero, y posteriormente en Sevilla y Madrid, tomando la nacionalidad española en 1843. Llegó a ser director de la Gaceta de la Corona y administrador de la Imprenta Nacional. En 1853 ingresó en la Real Academia Española, siendo el primer hispanoamericano en ocupar un sillón en la Institución. Murió en Madrid nada más comenzar el año 1860, abatido por la traición y acusación de haber injuriado España durante su actuación en favor de la independencia de la República Dominicana, de la que era embajador, pese a que los tribunales fallaron a favor de Baralt.
Además de escribir algunas composiciones poéticas de una notable calidad y, en colaboración con Ramón Díaz Martínez, un Resumen de la historia de Venezuela (imprenta de H. Fournier y Compª, París, 1841) con la que contribuyó a formar una conciencia del ser venezolano, destaca por ser el autor del Diccionario de galicismos, que lleva un prólogo del dramaturgo Juan Eugenio Hartzenbusch (1806-1880), en el cual apunta una clasificación de los galicismos. Los galicismos recogidos no solamente son los que han llegado a la lengua recientemente, sino también de épocas pasadas, incluso aquellas voces patrimoniales que tienen el mismo origen que las equivalentes francesas. Es más, se consideran galicismos voces que no lo son, e, incluso, ponen como galicismos expresiones españolas que han pasado al francés. Incluye tanto los galicismos léxicos como los gramaticales, criticando los que se emplean por pura moda. El contenido de la obra ha sido objeto de opiniones encontradas por esos motivos, y por la falta de un método riguroso en la recogida de los materiales y en su análisis. Con su obra pretendía Baralt proteger el español de la decadencia que podía sobrevenir por la aceptación indiscriminada de voces foráneas, de galicismos, desde la perspectiva de alguien que no era filólogo, pese a que aduce la autoridad de no pocos escritores clásicos.
El Diccionario de galicismos fue impreso en dos ocasiones durante el siglo XIX (la 2ª, Leocadio López-Rojas Hermanos, Madrid-Caracas, 1874 –reproducida en facsímil, Visor libros, Madrid, 1995–, y otra por el mismo editor, y también como 2ª ed., en 1890), y otras durante el XX, hasta llegar a la de la Fundación San Millán de la Cogolla, La Rioja, 2008.
Baralt tenía el proyecto de redactar un ambicioso diccionario de la lengua española, del que únicamente llegó a publicar un prospecto con algunos artículos de la a, el Diccionario matriz de la lengua castellana, el cual no se llevó adelante a falta de los apoyos necesarios para acometer su redacción.