La vida de Friedrich Justin Bertuch está muy bien documentada dada su relevancia como editor, teólogo, jurista, traductor, hispanista y mecenas. Nació en Weimar (Turingia, Alemania) en 1747, en el seno de una familia cuyos vínculos con la investigación científica y las Humanidades pueden rastrearse al menos hasta el siglo XV. A los quince años, huérfano de padre y madre, pasa al cuidado de su tío Gottfried Matthias Ludwig Schrön, asesor del Tesoro de Weimar. En la reputada Universidad de Jena cursó estudios de Teología y de Derecho, mostrando preclaramente sin embargo una gran inclinación hacia la literatura y las ciencias naturales. Hubo de interrumpir sus estudios universitarios al recibir el encargo del barón Bachof von Echt de ejercer como tutor de sus hijos en Altenburg (Turingia, Alemania). El barón había sido diplomático en España, y el trato diario con él hizo que creciera en Bertuch el interés por la lengua y la cultura españolas, que le llevó en esos años a traducir el Quijote al alemán (1774). Más adelante publicó además traducciones de obras clave de las literaturas inglesa y francesa.
En 1773 se vio obligado a volver a Weimar por motivos de salud. Allí desempeñó las labores de administración de las finanzas personales de algunos miembros destacados de la corte hasta 1796, puesto al que accede gracias a sus numerosos contactos, entre los que destacan el director de orquesta Ernst Wilhelm Wolf (1735-1792) y su esposa, los actores Friederike Sophie (1737 o 1738-1789) y Abel (1730-1800) Seyler o el antologista de cuentos tradicionales Johann Karl August Musäus (1735-1787). Pero de entre todas las amistades trabadas en la corte en esta época destaca el trato con el célebre poeta, traductor y editor ilustrado Christoph Martin Wieland (1733-1813), que se ganaba su sustento en Weimar como tutor de los hijos de Anna Amalia de Brunswick-Wolfenbüttel (1739-1807), duquesa de Sajonia-Weimar-Eisenach –mecenas de la Corte de las musas (etapas weimarianas de Goethe, Schiller, Herder, Wieland). Fruto de este contacto serían sus colaboraciones en el Teutschen Merkur –revista literaria editada por Wieland– y la exitosa traducción al alemán, por encargo de la duquesa, de la obra de teatro Inés de Castro, escrita por Antoine Houdar de la Motte (1672-1731).
En 1774 publicó con el pintor y pedagogo Georg Melchior Kraus (1737-1806), cuya amistad compartía con Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832), el memorándum Entwurf einer mit wenigen Mitteln hier zu errichtenden freien Zeichenschule para la erección de una escuela de dibujo y pintura que procurara formación a artistas con independencia de sus recursos económicos. Esta iniciativa daría lugar en 1776 a la fundación de la Fürstliche freie Zeichenschule Weimar, que dirigían más tarde personalidades como el pintor Heinrich Meyer (1760-1832) o el propio Goethe.
Un año más tarde pasó a trabajar directamente al servicio del duque como su secretario y cubriría distintos servicios públicos en Weimar hasta 1787. En 1786 fue elegido miembro de la logia masónica weimeriana conocida como Anna Amalia zu den drei Rosen. Entre sus variopintas funciones podemos citar el diseño y mantenimiento de numerosos jardines, la creación de una fábrica de rosas artificiales –cuya directora fue Christiane Vulpius (1765-1816), esposa de Goethe– y de norias y molinos para fábricas de papel y la fundación del Allgemeine Literatur-Zeitung, que se convirtió más tarde en el Neue Jena’sche Allgemeine Literaturzeitung. Otra de sus publicaciones exitosas fue el Journal des Luxus und der Moden, que sirvió como medio de transmisión de las ideas ilustradas en varios países europeos.
Sus convicciones ilustradas lo llevaron a solicitar el favor principesco para realizar una ambiciosa empresa: una imprenta con casi quinientos trabajadores –el diez por ciento de la población de Weimar–, entre los cuales figuraban editores, geógrafos y dibujantes, a quienes se les facilitaba una buena formación y un salario alto. El negoció funcionó bien hasta las invasiones napoleónicas, coyuntura en la que las rotativas pasan a destinarse a la publicación de panfletos y revistas políticas, como Nemesis.
En el campo de la botánica –concretamente en la rama de la pomología– destaca la clasificación de frutas que llevó a cabo con el pastor protestante Johann Volkmar Sickler (1742-1820) entre 1794 y 1820, que distinguía 180 tipos y que quedó inacabado por la muerte de Bertuch.
Nuestro autor murió el tres de abril de 1822 y su epitafio fue escrito por Goethe. Fue el padre del escritor y periodista Karl Bertuch (1777-1815).
En el prefacio de su Manual de la lengua española, oder Handbuch der spanischen Sprache, el autor explica que fundó en 1780 su revista Magazin der Spanischen und Portugesisch Literatur con el fin de dar a conocer estas dos culturas entre el público alemán, y no era concebible que el director de tal proyecto no supiera español. Procede a elogiar la literatura española en particular, aconsejando a los lectores alemanes que aparten los prejuicios que les hacen verla como rígida y seca. En la última década ha observado un creciente interés en su patria hacia la lengua española, especialmente en algunas áreas, como Sajonia, por el aumento de las relaciones comerciales. Cada vez más personas se ponían en contacto con él para pedirle ayuda en traducciones de cartas y fragmentos de su periódico, por lo que vio necesario facilitarles un manual tras observar la nula oferta de manuales en el mercado. También cuenta en el prefacio que se vio obligado a acometer su obra al ver que su amigo el doctor Bahrd (Friedrich Gottlieb Barth, 1738-1794), en la segunda edición de su gramática del español (Kurzgefasste spanische Grammatik, Georg Adam Keyser, Erfurt, 1788), decía que Bertuch preparaba una colección de textos que sirvieran de ejercicios para la traducción, además de que sirvieran para leer y entender a los prosistas y poetas españoles. La antología habría de completarse con una segunda parte, un diccionario español-alemán, que nunca llegó a componer Bertuch.