Julio Cejador y Frauca fue un religioso, filólogo, catedrático de universidad, helenista, latinista, semitista, orientalista, lexicógrafo, historiador de la literatura y cervantista español, además de uno de los intelectuales más relevantes en la España a caballo entre el siglo XIX y el XX. Este autor nació en Zaragoza en 1864, en el seno de una familia nobiliaria procedente de una localidad de esa provincia, Ateca. Huérfano desde muy temprana edad, y tras realizar en la capital aragonesa los estudios primarios, ingresó en la Compañía de Jesús en el noviciado de Loyola (Guipúzcoa); culminada esta etapa –y tras un periodo durante el cual fue docente en el colegio jesuítico de San Zoilo (Carrión de los Condes, Palencia), donde tuvo como alumno y discípulo al escritor Ramón Pérez de Ayala (1880-1962)– fue enviado a Beirut (Líbano) y Palestina, zonas en aquella época aún bajo dominio otomano, para estudiar las lenguas de Oriente Medio y Próximo (llegó a dominar el copto, el armenio, el hebreo, el sánscrito y algo de turco). A su regreso a España (1893) ingresó en el colegio de Oña (Burgos) para terminar sus estudios de Teología. Desde 1896 era profesor de lengua y literatura griega, para encargarse después de la cátedra de hebreo, en la Universidad de Deusto (Bilbao); durante su periodo como profesor en la universidad bilbaína se familiarizó con la lengua vasca y bebió de las teorías que sobre esta lengua había formulado Pedro Pablo Astarloa (1752-1806). En 1899, muy desengañado, abandonó la Compañía de forma intempestiva y pasó al clero regular, convirtiéndose desde entonces en uno de los mayores críticos con la orden ignaciana: a este respecto cabe señalar que gran parte de reproches vertidos por Pérez de Ayala en uno de los textos más conocidos de censura contra esa orden, su novela A. M. G. D. La vida en un colegio de jesuitas (Biblioteca Renacimiento, Madrid, 1911), provienen de los informes dados a su discípulo por Cejador durante su estancia en el colegio de Carrión de los Condes. Cejador, tras su salida de la Compañía, se dedicó al magisterio de la lengua latina en diversos institutos de segunda enseñanza: Oviedo (1900-1902) y Palencia (1910-1914), entre medias trabajó en el Seminario Conciliar de Madrid (1902-1910). En 1914 consiguió la cátedra de lengua y literatura latinas en la Universidad Central de Madrid, institución en la que dedicó el resto de su vida a la docencia y a la investigación filológica. Murió en esta ciudad el primer día de 1927.
Su abundantísima producción investigadora abarca campos muy diversos dentro de la Filología y del estudio de lenguas clásicas y modernas. De sus estudios sobre la lengua española destaca su afición por la diacronía, de hecho, entre 1915 y 1922 publicó una colección de 14 volúmenes, Historia de la lengua y la literatura castellana, en la que –dentro del primer volumen– expone sus teorías sobre el nacimiento del romance y la relación de este con la lengua vasca. No obstante, lo que más ha llamado la atención de la investigación posterior sobre su obra han sido –precisamente– sus teorías sobre la lengua vasca, considerada por este autor como la madre de todas las lenguas.